Mientras los padres, estudiantes y maestros inician el tercer año escolar en la pandemia, muchos jóvenes de Carolina del Norte están emocionados de regresar al salón de clases. Esta etapa crítica puede marcar el destino de un niño, el de su familia y en última instancia el de la sociedad. La verdadera educación es un trabajo no solo de la escuela.
Esta gran responsabilidad no puede recaer exclusivamente en los sistemas escolares, son los hogares los llamados a formar en valores y principios a los niños.
El comportamiento de sus hijos en la escuela (y en la vida) dependerá en mayor grado de usted que de los maestros.
El poder del ejemplo
En las aulas se hablará de ciencias, de matemáticas, de historia y todo eso es muy bueno, pero ¿quién les enseñará a los niños a ser honestos, a respetar a sus maestros, a vencer los obstáculos?
Las matemáticas y la historia son muy importantes para el desarrollo académico de los niños y jóvenes, pero los valores serán la brújula que los guíe al éxito o al fracaso.
Los valores no se enseñan teóricamente. Los valores los descubren los hijos a través del ejemplo de los padres.
Es frecuente encontrarse con padres de familia que se quejan de la escuela, o los maestros. Es menos frecuente encontrar padres realmente involucrados con la educación de sus hijos.
Tristemente, el sistema imperante en algunas escuelas a lo largo de Carolina del Norte aun no permite que los padres de familia indocumentados puedan participar como voluntarios. Pese a este limitante, existen otras formas como un padre inmigrante se puede involucrar.
Valores como la gratitud, la responsabilidad, la confianza, la honestidad, la solidaridad, o la constancia, forjarán personas de bien en cualquier área de trabajo que se desenvuelvan en el futuro.
Si sus hijos ven que usted es una persona que se preocupa genuinamente por ellos, que es afectuoso, trabajador, puntual, que no huye de los problemas sino que los enfrenta; crecerán con esta imagen y esto en el futuro les dará herramientas para superar las dificultades en su camino al éxito.
En contraste, si sus hijos ven que usted es indiferente, que toma atajos en la vida, que hace promesas que no cumple o que miente cada vez que quiere evitar un problema; de la misma manera esos niños se convertirán en adultos que probablemente repetirán este comportamiento, lo que los llevará a una enredada espiral de problemas en la vida.
El objetivo de la verdadera educación
Nunca es tarde para enmendar errores, usted puede adoptar un cambio de actitud y actuar de la manera como quisiera que sus hijos actuasen cuando crezcan.
En psicología y pedagogía existe un fenómeno llamado el “efecto Pigmalión”, en honor al personaje mitológico. En resumen describe cómo la creencia que tiene una persona puede influir en el rendimiento de otra. Veamos un caso práctico.
Si usted solamente señala los defectos de su hijo y le regaña constantemente diciéndole que es un perezoso o que es tonto, el pequeño crecerá con la idea de que quizás si tiene un problema y realmente es perezoso o tonto. Existe una alta probabilidad de que se acentúen esos defectos en el futuro.
Por el contrario, si usted le dice a su hijo constantemente que es inteligente o que es muy valioso; si lo estimula a superarse, a superar los obstáculos, con el tiempo este mensaje le ayudará a sentirse más seguro de si mismo.
“La función de la educación es enseñar a pensar intensamente y críticamente. Inteligencia más carácter: ese es el objetivo de la verdadera educación”, Martin Luther King.