La disminución en la atención médica de primera necesidad a raíz de la pandemia de COVID-19 podría redundar en una reducción en la vacunación contra el polio, lo que colocaría en riesgo los 25 años en los que no se ha detectado la infección de nuevo en América.
La tasa de cobertura regional contra el polio había estado cerca del 95% hasta que, del 2016 al 2019, se redujo a un 87% a un 85%, de acuerdo la Organización de las Naciones Unidas (mejor conocida como "ONU"). La cifra podría reducirse más a raíz de la pandemia.
Y es que el COVID-19 no tan solo ha saturado los servicios de salud primaria en los países, sino que han pausado los servicios de inmunización y de vigilancia epidemiológica. Este panorama va en detrimento de la prevención del rápido contagio del polio. En parte, porque los trabajadores y las trabajadoras han tenido que reenfocar su objetivo de vacunación para atender la emergencia inmediata.
La ultima ocasión en la que se detectó un caso postivo de polio en América fue en 1991 a raíz de un poliovirus salvaje. No obstante, tanto el 24 como el 25 de agosto de 1994 el continente americano fue certificado como el primero en eliminar por completo el virus. La última víctima fue un niño que nació entre las montañas del Departamento de Junín en Perú por el poliovirus salvaje.
Fue, precisamente, en 1994, cuando científicos y expertos conformaron al mundo a través de la Comisión Internacional para la Certificación de la Erradicación de la Poliomielitis que la transmisión del poliovirus salvaje había sido interrumpida en el continente.
¿Sigue vivo el polio?
Los únicos dos países en los que continúa latente el contagio del polio son Pakistán y Afganistán. La pandemia paralizó los esfuerozos de vacunación contra la enfermedad. Imposibilitaron la vacunación de sobre 500,000 niños y niñas. No fue hasta julio de este año que se reanudaron tanto en Pakistán como en Afganistán.
¿Qué es el polio?
La enciclopedia médica MedlinePus establece que el polio es una enfermedad viral que paraliza de manera completa o parcial el cuerpo. Se propaga por contacto directo de persona a persona, por medio de moquera o a través de heces infectadas. Lo letal de la enfermedad es que tras entrar a la garganta se multiplica y alcanza el tracto intestinal donde se propaga al resto de la sangre. Los síntomas pueden mostrarse hasta un mes después de la infección.