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Una ola de arrestos migratorios golpeó diferentes lugares de Carolina del Norte a principios de . Agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) se equiparon y salieron a las calles en busca de individuos específicos. Se reportó inicialmente el arresto de 200 inmigrantes, de ellos, 50 tenían cargos criminales y 50 eran fugitivos. Además, se arrestó a 40 personas indocumentadas que tenían cargos pendientes (lo que significa que no tenían antecedentes penales), y 60 inmigrantes fueron arrestos colaterales, es decir, trabajadores indocumentados que estaban cerca de alguien buscado por ICE.

De esta operación, uno de cada cuatro inmigrantes detenidos fueron arrestos colaterales. Esto sembró pánico y miedo en el resto de la comunidad inmigrante.

Estos arrestos colaterales dañan la delicada relación entre las autoridades policiales locales y las comunidades más vulnerables. Cuando hay temor entre los inmigrantes, dejan de reportar crímenes a la policía ya que muchos los confunden con agentes de inmigración. Cuando esto sucede, los verdaderos delincuentes y miembros de pandillas comienzan a prosperar, creando un efecto multiplicador que lleva a más crimen e inseguridad para todos.

Nosotros, líderes de fe y organizaciones religiosas, grupos y comunidades, incluidos aquellos que apoyan a la Federación de Iglesias Cristianas de Carolina del Norte, estamos obligados por nuestra fe a unirnos y hablar con usted en nombre de quienes tienen miedo de hablar.

Muchos de nosotros vivimos cerca de, o somos parte de, las poblaciones afectadas por esta crisis, y disfrutamos de relaciones especiales de confianza, así como también de información y acceso a nuestras comunidades. Hemos visto cómo padres inmigrantes y cuidadores que han vivido en Estados Unidos durante décadas han sido retirados por la fuerza, dejando un rastro de innumerables niños estadounidenses sin sus padres.

Entendemos que los agentes de la ley juraron apoyar y defender la Constitución de Estados Unidos contra todos los enemigos, extranjeros y nacionales. Como oficial de ICE, usted ha prestado el mismo juramento. Dicho esto, por favor considere, los trabajadores inmigrantes no son el enemigo, los criminales violentos lo son.

Nadie quiere criminales en nuestras comunidades. No estamos diciendo que los oficiales de ICE deben sentarse sin hacer nada. Lo exhortamos humildemente a que concentre sus recursos en criminales violentos y no en trabajadores humildes, a que use su criterio para reducir el número de arrestos colaterales, para diseñar operativos principalmente contra miembros de pandillas y narcotraficantes.

Estamos orando por usted y su equipo, pidiéndole a Dios protección, sabiduría y compasión.

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Por tres décadas ha servido en su ministerio pastoral y en la organización Jesus Ministry. Presidenta de la Federación de Iglesias Cristianas. Autora del libro: El encuentro que me transformó