Cuando comenzó la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19) se veía como un problema lejano. Comenzó en China, se expandió por Asia, luego llegó a Europa, hasta que muy rápidamente comenzamos a ver a Nueva York, ser el epicentro de la enfermedad. Todo el país se comenzó a cerrar incluyendo Carolina del Norte. Hoy está acechando a nuestra comunidad latina.
Hasta hace poco, aun cuando el virus rondaba en nuestro estado, todavía yo lo veía un poco lejos, tanto de mí, mi familia, mi congregación y mi comunidad; sin embargo, hoy, con mucha tristeza digo que no es así, sino que el virus es un tsunami y que nos ha tocado muy cerca, aunque no personalmente, pero mucha gente que conozco y aprecio.
Más cerca de lo que cree
Hace pocos días sonó el teléfono, era María, que con una voz quebrantada me contó, que en su iglesia habían ayudado a una mujer a enterrar a su esposo quien murió por el coronavirus, luego unos días más tarde, más contagiados y últimamente ella y su esposo fueron también contagiados y hoy están enfermos en su casa.
Rosa me llamó al día siguiente, me contó que una vecina tenía el coronavirus que orara por ella. Poco tiempo después me llamó de nuevo, esta vez para decirme que continúe orando pues ella y su esposo y muchos otros vecinos están enfermos.
Ayer Rosa, casi no podía hablar de la terrible tos y fiebre que tiene. Oré por ella y la he estado llamando constantemente porque se rehúsa ir al hospital y la oración le hace muy bien, no obstante, le dije que tuviera precaución y obedeciera a su cuerpo, pues yo sé que la medicina también es un milagro de Dios y ella puede sanar tomándola.
Usted tiene una responsabilidad
Con el pasar de los días me he dado cuenta de un sinnúmero de personas que están enfermas en sus casas y otras que pelean por sus vidas en los hospitales.
Hay un contagio fuerte en nuestra comunidad latina y si usted está leyendo esta columna, al igual que yo, estamos en peligro de contagio y de enfermarnos, por eso les pido por este medio que se cuiden, tomen todas las precauciones y recomendaciones de distanciamiento social y tómenlas muy en serio, hable con sus familiares y amigos, cuéntenle como están las cosas y no se expongan al peligro, ya que esta enfermedad es mortal para muchos.
Les pido que estemos orando los unos por los otros pidiendo el socorro de Dios, que Dios cuide de sus familias, sus amigos y vecinos. Por favor pónganse sus mascarillas cuando entren, salgan de un establecimiento, lávense las manos y quítense los zapatos y déjenlos a la entrada de su casa. Los quiero mucho por favor cuídense.