Sin perder el tiempo, esa misma noche del 20 de enero del 2025, el presiente Donald Trump firmó más de 20 órdenes ejecutivas. Al menos 10 estaban enfocadas en políticas migratorias, con el fin de acelerar los procesos de deportación y detener lo que ha llamado una “invasión”. Desde entonces, el día a día de los inmigrantes se ha visto considerablemente impactado. Hoy deben adaptarse a la nueva realidad de vivir bajo presión.
“Hay mucha tensión ahora, y personalmente me siento un poco nervioso acerca de todos los cambios que están pasando últimamente en el país. Me parece injusto que quiera ponernos una etiqueta de que todos somos criminales, cuando no es correcto”, dijo Andrés, un inmigrante venezolano, quien nos pidió que no publicáramos su nombre completo por razones de seguridad.
Trump inició su segundo período presidencial con acciones ejecutivas como el intento de ponerle fin al derecho a la ciudadanía a los nacidos en Estados Unidos, con padres sin estatus legal permanente, la suspensión del programa de admisión de refugiados y la declaración de emergencia nacional por el tema migratorio.
El 3 de febrero, la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem oficializó la anulación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para venezolanos, el 20 de febrero para los haitianos, el 25 de febrero se anunció la implementación del registro para indocumentados y medidas para fomentar la “auto-deportación”. Luego, el 25 de marzo, también comunicó la revocación del “Parole Humanitario” para los ciudadanos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití.
Vivir bajo presión: “La situación está cambiando constantemente”
Julio y su esposa emigraron desde México con una visa de trabajo hace dos décadas. “Llegamos aquí contratados por una compañía que trabajaba con jaibas, cangrejos. Teníamos que descarnar esos animalitos. Entrábamos en la madrugada y salíamos en la tarde, por más de 10 horas, un trabajo muy duro” contó, añadiendo que con el tiempo y los cambios en las políticas del país perdieron su estatus migratorio.
“Ha sido mucho el tiempo que estamos aquí y esperamos alcanzar la residencia. Si tenemos oportunidad de conseguirla porque tenemos una hija ciudadana, tenemos el récord totalmente limpio los dos, pero la situación económica no nos da para hacer los gastos necesarios para tramitar los papeles… Cualquier medicina, cualquier consulta, pues ya no podemos”, lamenta Julio, quien asegura que sigue pagando puntualmente sus impuestos a pesar de no poder acceder a ningún beneficio estatal o federal.
“La situación está cambiando constantemente todos los días, por eso trato de mantenerme informado, pero también intentar no pensar demasiado en eso para evitar perder el control. Me doy cinco minutos para leer La Noticia. Después, intento no pensar demasiado en ello, porque si no siento como que me muevo en una espiral de temor con todas las posibilidades de lo que podría pasar y eso no es correcto”, dijo por su parte Andrés.
Para Andrés, las circunstancias han cambiado. Llegó a Estados Unidos a través del programa del Parole Humanitario y tenía una solicitud de renovación pendiente para el Estatus de Protección Temporal (TPS). Sin embargo, aún le queda la opción del asilo político.
“Aunque tenga mi residencia, me siento preocupada”
A pesar de que estaba lloviendo fuertemente en Charlotte, la mañana del martes 13 de mayo, agentes federales de inmigración detuvieron a Noel Antonio Alfero Escobar, cerca de una escuela al este de la ciudad. Así como él, otros latinos fueron detenidos en las últimas semanas en una escalada de redadas en el área. En la ciudad, la mayoría de los arrestos llevados a cabo en mayo fueron cerca de Central Avenue, Albemarle Road y North Tryon Street.
“La señora (su vecina) nos dice asustada: ‘No se asomen, no salgan, es la migra que está ahí’. Yo me subí por encima de una mesa y desde mi ventana se miraba una sola persona, pero yo me advertí por el vidrio de su camioneta que había gente abajo, en la parte de atrás. Era como si fuese una Suburban y rápido me di cuenta de que sí”, relató Julio quien presenció uno de los operativos.
Para Julio y su esposa, salir a la calle a realizar sus rutinarias ventas y costear sus necesidades básicas ahora representa el riesgo de ser deportados a su país de origen.
“Con el Jesús en la boca, caminando con miedo, salimos lo imprescindible y eso lo hace a uno perder el sueño. De todos los años que llevamos en Estados Unidos y los presidentes que hemos tenido, jamás hemos visto a ningún presidente cometer estas atrocidades”, aseveró Julio, quien vive en el país desde hace más de 20 años.
Muchos inmigrantes sienten que están en la mira, incluso residentes permanentes y personas con DACA u otros amparos migratorios deben vivir bajo la presión de las políticas de Trump.
“Aunque tenga mi residencia, me siento preocupada. Me siento como si no la tuviera, por todas las trabas que él (el presidente Trump) está poniendo. Aunque uno tenga papeles, realmente no se siente seguro”, declaró María, una trabajadora de la construcción y pintura.
“No tenemos papeles, pero tenemos derechos”
“Tienen que mantenerse positivos, porque estresarse y volverse locos por cosas que no pueden controlar no les va a ayudar en nada. Escribir ayuda, porque siento que así liberas la tensión y aclaras tus pensamientos”, aconsejó Andrés.
También recomendó analizar las opciones migratorias disponibles para intentar cambiar o legalizar el estatus en el país, contactar a un abogado y no exponerse innecesariamente.
“No hagan cosas indebidas, no hagan conductas delictivas, manejen con cuidado, no se emborrachen, no les demos la razón a ellos, no tenemos que meternos en problemas. A trabajar sin miedo, encomendados siempre a Dios. No tenemos papeles, pero tenemos derechos de todos modos”, aseveró Julio.
Por su parte María concluyó: “hay que echarle ganas, que sigamos haciendo lo que hacemos, salir a trabajar y pues ahora sí que con la bendición de Dios y tratar de no estresarnos”.
A pesar de vivir un clima sociopolítico tenso, los inmigrantes siguen trabajando, formando familias, aportando a la economía y soñando con un mejor futuro en Estados Unidos. El país que aún desean seguir llamando hogar.