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Marisol García Alcántara iba a bordo de una camioneta que acababa de cruzar la frontera sur en la ciudad fronteriza de Nogales cuando un agente de la Patrulla Fronteriza le pidió al vehículo detenerse y luego disparó.

García, de 37 años, iba detrás del asiento del conductor con otras personas cuando escuchó una sirena, le dolió su cabeza y la vista se le nubló. Había recibido la bala de una 9 milímetros en la cabeza.

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Fue llevada a un hospital y luego fue trasladada en helicóptero a Phoenix, donde recibió una cirugía.

Tan solo dos días después de la operación fue enviada a un centro de detenciones migratorias y después fue expulsada del país, aún con fragmentos de la bala en su cerebro.

García quiere justicia. "Nadie investigó. Yo regresé a México sin declarar", le dijo a The Associated Press (AP). "Quiero saber por qué, por qué me hicieron eso o por qué a mí", señaló.

Sus abogados anunciaron el 15 de diciembre que presentaron una queja contra el gobierno, un paso necesario antes de presentar una demanda federal en una corte federal de Tucson.

García está en México y enfrenta problemas para tener el tratamiento por las secuelas del disparo. Sufre mareos, dolores de cabeza, pérdida de memoria y tiene riesgo de padecer convulsiones.

"Busco justicia. Quiero una disculpa de esta persona y un apoyo médico y por los medicamentos, porque no puedo trabajar",

declaró a AP.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) dijo a AP que no podía hacer comentarios al respecto porque la investigación interna está en curso.

Para más información, suscríbete a nuestro Newsletter. La Noticia produjo esta nota con información de The Associated Press (AP).

Licenciado en Comunicación Social y Magíster Scientiae en Literatura Latinoamericana. jcordero@lanoticia.com