La botella es importante en el servicio del vino ya que nos proporciona, además de una primera impresión, una protección para el vino.
Todas están hechas de vidrio, un material inerte. Esto quiere decir que el vino no sufre cambios ni transferencia de malos sabores debido al material.
La forma, el tamaño y el color de las botellas nos hablarán del tipo de vino que contiene y su procedencia.
Forma: Nos indica qué tipo de vino hay en su interior. Además, el vino evoluciona mejor en ausencia de aristas y esquinas en la botella.
Color: Su función principal es proteger al vino de la incidencia de la luz. Los colores más comunes se encuentran en una gama de verdes oscuros.
Tamaño: Influye de manera considerable en el envejecimiento y conservación del vino. La evolución es más lenta a medida que aumenta el tamaño de la botella. Los tamaños más comunes de las botellas son:
- Cuarto, de 180 ml
- Media, de 375 ml
- Tres cuartos, de 750 ml
Todas las botellas tienen en la parte de la base una concavidad que les sirve para dar estructura al vidrio. Suele pensarse que su función es facilitar su sujeción al momento de servir el vino. Sin embargo, su razón de ser corresponde a otros factores: la concavidad será más profunda de acuerdo con el peso de la botella o la cantidad de vidrio, así como el uso que se le dará. Por ejemplo, las botellas que son para vino espumoso necesitan resistir presiones altas de gas carbónico y en consecuencia requieren más concavidad.
Tipos de botella
- Bordolesa
- Borgoñesa
- Alsaciana
- Champagne
- Jerez