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Nuevo récord: más de 9,000 casos de COVID-19 en un día en Carolina del Norte
Carolina del Norte informó su mayor número diario de casos de COVID-19 con 9,527 casos nuevos el día de Año Nuevo.

Batallé contra el coronavirus. El 2020 pasa a la historia como uno de los años más turbulentos en quienes vivimos en el siglo XXI. Año de retos, dolor y pandemia que sigue dejando a su paso miles de muertos; y hogares sumidos en dolor por la pérdida de un ser querido. Mi familia y yo también hemos sufrido los estragos de esta infernal enfermedad en carne propia.

Todo comenzó en día 9 de diciembre y desde allí batallé contra el coronavirus

El día 9 de diciembre en la mañana sentí una pequeña molestia en mi garganta a la que apenas le puse atención pues no creí que era algo grave. Ya para la noche me sentí cansada y con un poco de dolor en el cuerpo, entonces me acosté.

Entre tanto, para las 10:00 p.m. el dolor se intensificó, tomé dos analgésicos y me quedé dormida.

Al día siguiente me sentía un poco débil, pero nada que no pudiera tolerar; pase el día en un vaivén: un momento me sentía como un pollo enclenque y al otro como que todo el malestar se había ido. Pensé que quizás era un pequeño resfriado y que estaría bien en un par de días.

A la mañana siguiente me sentí sin ánimo y con dolor en el cuerpo. Cuando tomé algo para comer, sentí que mi gusto había desaparecido, “¡wow!”, dije, “¡este es un síntoma del coronavirus!”

Pérdida total del Olfato

Fui rápidamente a mi cuarto y tomé uno de mis perfumes favoritos para ver si el olfato estaba ahí; pero para mi sorpresa, no olí nada.

“¡Padre mío! Tengo coronavirus”, dije. A esa hora llamé a toda mi familia y les comenté de la situación. Cuatro días más tarde mi esposo también enfermó.

Personalmente siempre me cuidé, guardaba mi distancia, nunca entré a lugares sin mi mascarilla, y no estuve en grandes reuniones, no por miedo sino por precaución.

Durante 23 días batallamos con la enfermedad, hoy solo nos ha quedado cansancio y mucha debilidad, la cual cada día es menos severa.

Cuando estuve enferma, no me desesperé, ni me angustié. Hemos estado en cuarentena sin poder disfrutar de los días festivos con los nuestros y hemos perdido otros eventos importantes en la vida, sin embargo aquí estoy para decirte que en medio de la tempestad Dios es bueno.

Nunca perdí la Fe

El único que te puede dar fuerzas y acompañarte en la soledad de esta enfermedad es Cristo Jesús; nosotros personalmente pasamos horas escuchando palabras de sanidad, cantos espirituales y prédicas que hablaran de la sanidad divina. Eso fue como medicina para el alma.

Le doy gracias a Dios por mi familia y los demás que estuvieron para hacer que estos días fueran más tolerables. Nunca me asaltó el miedo, tuve fe en que todo pasaría.

Para nosotros lo más importante era que sabíamos que había gente orando por nuestra recuperación y podíamos depender de las hijas y algunos amigos que podían hacer un mandado por nosotros.

Te recomiendo que si no te ha dado esta enfermedad, cuides de tu cuerpo hoy, mantén una dieta balanceada, toma vitaminas, descansa, has ejercicio, practica la bondad, el perdón y el servicio a tu prójimo, acuérdate de los que son más vulnerables que tú.

Si sabes que alguien está enfermo, mándale un texto con un mensaje de amistad o alguna palabra de aliento, pídele llevarle algo de comer a su puerta, o sorpréndele con algunas frutas y dile: estoy orando por ti, no estás solo o sola. Todo eso ayuda a las personas a sentirse mejor.

Por tres décadas ha servido en su ministerio pastoral y en la organización Jesus Ministry. Presidenta de la Federación de Iglesias Cristianas. Autora del libro: El encuentro que me transformó