Oswaldo Ramón llevaba puestas unas desgastadas sandalias cuando su padre le dijo que guardara una muda de ropa en una bolsa de plástico.
Era una mañana de octubre de 2018 y la violencia en su barrio era casi tan aguda como el hambre que sentía su familia en aquel entonces.
“Cuando oigas un camión llegar, le corres. No nos van a esperar, eh”, fueron las palabras que el papá de Oswaldo Ramón Díaz le dijo para alertarlo.
Originario del municipio de Copán Ruinas, Honduras, tenía 19 años y apenas sabía leer y escribir. Pero su escasa educación no era ni ligeramente importante para un joven nacido en la pobreza.
“Comíamos poco, la verdad. Algo de lo que cosechábamos, pero carne, casi no”, dice Oswaldo Ramón a La Noticia.
La desesperante pobreza
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo del año 2018, correspondiente a Copán Ruinas, era de 0.503, mientras que la tasa de analfabetismo era de 60.8 % con una desnutrición del 55.1 %.
En ese mar de alarmantes cifras se ahogaba la familia Díaz.
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Fue entonces que en un acto desesperado decidieron sumarse —sin saber a ciencia cierta cómo— a la Caravana Migrante, término que se le dio a los grandes grupos de personas que se mueven por tierra a través de las fronteras internacionales de Centroamérica hacia Norteamérica, mismos que han aumentado en número y frecuencia desde 2018.
La primera de las grandes caravanas de migrantes de los últimos años partió de Honduras en octubre de 2018.
A hondureños se les unieron otros centroamericanos
Durante el viaje hacia la frontera entre Estados Unidos y México, miles de personas migrantes sobre todo de El Salvador y Guatemala se unieron al grupo.
Pero, aunque en buena medida, las caravanas fueron organizadas y coordinadas a través de las redes sociales, la familia de Oswaldo se enteró gracias a la rumorología de su barrio.
“A mi mamá le dijeron que iba a haber una movilización para irnos de Honduras. Lo platicaron mis papás y decidieron que teníamos que irnos”, recuerda el latino.
La Caravana Migrante proliferó gracias a la suma de una variedad de factores que hacían insostenible la situación, principalmente, por la violencia y la pobreza.
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“Escuchábamos de muertes todo el tiempo, asesinatos. Era un momento difícil y estábamos en desesperación”, dice el joven de ahora 22 años.
10 asesinatos por día, un presidente señalado
Honduras registró 3,732 asesinatos en 2018, lo que lo colocó como uno de los países con mayor tasa de homicidios intencionados del mundo.
Además, en Honduras se llevaban a cabo al menos 10 asesinatos cada día cuando las caravanas comenzaron a movilizarse.
El entonces presidente Juan Orlando Hernández se adjudicó las elecciones al vencer en una polémica jornada de elecciones al periodista deportivo Salvador Nasarla en 2009, y desde entonces, la crisis económica y la violencia, sembraron el miedo en la sociedad hondureña.
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Fue así que, de Copán, la familia Díaz se trasladó a San Pedro Sula para unirse al éxodo migrante.
“Ahí comenzamos con la Caravana, creo que fuimos el segundo o tercer grupo, no recuerdo bien, en avanzar hacia el Norte. Llegamos por México y ahí algunos policías nos persiguieron, pero luego unos grupos de ayuda, asociaciones, nos ayudaron mucho”, comparte.
Honduras, país del que más personas huyeron en 2021
Desde entonces, miles de hondureños han huido de su país en busca de un mejor porvenir.
De hecho, apenas en 2021, Honduras fue el país de Centroamérica del que más personas salieron en busca de una vida mejor, según el Observatorio de Migraciones Internacionales, que registra más de una decena de Caravanas Migrantes entre 2018 y 2021.
“Logramos llegar a Tijuana, de ahí cruzamos por fin a Estados Unidos. Pasamos frío, miedo, hambre, pero aquí estamos”, asegura Díaz.
Y más de 6,000 kilómetros después, lograron asentarse en Carolina del Norte.
"Al año logramos llegar aquí, nos dijeron que había algo de trabajo y sí, estamos en construcciones de casas y edificios", abunda.
De Copán a Cary
La familia Díaz radica desde 2019 en Cary, donde alquilan una casa junto con otra familia que conocían desde Honduras. Pero aunque no han tenido problemas legales por su estado migratorio, tampoco han recibido ayuda.
“Pues algunas personas nos regalaron cosas, pero directamente del gobierno o algo así, no, nada”, dice.
La población latina en Carolina del Norte creció casi el 40 % entre 2010 y 2020, llegando a 1.1 millones de personas de origen latino. Los latinos representan el 10.7 % del total de la población del estado Tar Heel.
Chatham —donde se asentó esta familia de hondureños— es el decimotercer condado, con 13.6 %, con mayor representación de latinos en el estado, según el último censo.
Aquí, buscan encontrar esa paz que les arrancaron de golpe años atrás.
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“Uno hubiera querido no tener que vivir esto, ¿verdad? Pero la verdad era imposible seguir viviendo así. Ahora tenemos, como dicen, una vida más digna”, dice Oswaldo Ramón, quien confiesa, aún no aprende inglés.
Crisis en Honduras, sigue
Apenas el año pasado, la pobreza extrema en América Latina se incrementó al 13.8 % a niveles de hace 27 años, según la CEPAL.
Y, de hecho, la falta de alimentos se va a deteriorar en los próximos meses en 20 países, entre ellos Colombia, Haití y precisamente Honduras, según un informe de la ONU.
Particularmente, en Honduras, más de 3.3 millones de personas, es decir, el 35 % de la población, necesitan ayuda y 600,000 se encuentran en situación de emergencia.
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La pobreza en esa nación está situada por encima del 70 % del total de la población en un país con 9.5 millones de habitantes.
“Yo espero que eso vaya reduciéndose, que haya menos pobreza, me duele mucho. Tengo familiares en Honduras y la mayoría quieren irse”, abunda.
Detención de Juan Orlando Hernández da esperanza a hondureños
Recientemente, fiscales estadounidenses identificaron al expresidente Juan Orlando Hernández como cómplice en un caso de contrabando de drogas y armas. Hernández era abiertamente un aliado de Estados Unidos, lo que pone en jaque si realmente las intervenciones son realmente benéficas en países subdesarrollados.
De acuerdo con la solicitud de extradición, Hernández participó en una “violenta conspiración de narcotráfico” que desde 2004 ha introducido más de un millón de libras de cocaína en Estados Unidos.
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También se alegaba que había recibido millones de dólares en sobornos por organizar los envíos y proteger a los traficantes.
Honduras, además, recibía millones de dólares por parte de USAID.
“Pues uno espera que haya justicia. Uno quiere que se acabe todo esto y quienes tengan la culpa, que la ley y Dios se encarguen”, insiste.
La recién electa presidenta de Honduras, Xiomara Castro, solicitó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el apoyo para instalar una Comisión Internacional Contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (CICIH).
En tanto, Hernández ha negado toda relación con el narcotráfico afirmó que mientras fue presidente su gobierno colaboró con Estados Unidos en el combate al tráfico de drogas y el delito organizado.
Actualmente, está detenido en la Dirección Nacional de Fuerzas Especiales de la Policía Nacional en Tegucigalpa mientras se lleva a cabo su juicio de extradición.