Tras solo 45 días como primera ministra británica, Liz Truss, renunció al cargo por las dificultades de asumir decisiones que calmaran la tensión política y económica de Gran Bretaña.
Al momento de anunciar su renuncia, Truss reconoció que era inevitable su dimisión. Sus apenas seis semanas de mandato estuvieron cargadas de turbulencia debido a que sus políticas trastocaron los mercados financieros y produjeron una rebelión en su partido. La ex primera ministra admitió que esa situación la dejó sin autoridad.
“No puedo cumplir con el mandato sobre el cual fui elegida”, declaró la mandataria. La convulsión se intensificó luego de la renuncia de dos de sus más cercanos colaboradores, entre ellos la secretaria de Interior.
En contraste, apenas el día anterior Truss había jurado seguir en el cargo, diciendo que “soy una luchadora, no una cobarde”. Pero se vio obligada a abandonar muchas de sus políticas económicas y perdió el control de la disciplina dentro de su Partido Conservador.
Como parte del protocolo la renuncia se hizo al rey Carlos III. El sucesor se elegirá en una semana.
La salida de Truss deja al partido dividido y en busca de un líder que pueda unir a sus facciones rivales. Su corta estancia como primera ministra británica la pone en la historia como la que ha tenido el menor tiempo en el mandato.