En Estados Unidos miles de familias están viendo los efectos de COVID-19 de primera mano. Para una familia latina de Charlotte, su encuentro con el coronavirus les hizo darse cuenta de lo rápido que las cosas pueden cambiar cuando alguien cercano es víctima de la enfermedad.
Jimena es madre soltera de dos hijos, de 16 y 11 años, además ella cuida de su mamá María, de 61 años, quien ha tenido algunas complicaciones de salud en el pasado. Jimena trabaja para proveer para sus hijos y su madre quien vive sola. María trabaja desde casa cuidando a los niños y dando masajes a las personas lesionadas.
Aunque sus vidas no fueron fáciles, nunca anticiparon que atravesarán por una de las pruebas más difíciles de sus vidas, en medio de la mayor pandemia de la historia reciente.
Contagio misterioso
Jimena llevó a su madre a la clínica para su revisión de rutina un lunes a finales de junio. Se sentían seguras por usar máscaras y guantes. Volvieron a la clínica el viernes, y Jimena dejó a su mamá en casa esa tarde.
No pasé por la casa de mi mamá el sábado y casi nunca voy los domingos. El lunes fui a dejar algunas cosas, y estaba corriendo como siempre. Estaba empezando un nuevo trabajo, así que tampoco fui el martes. Cuando salí de un trabajo, tenía que estar en el otro
, comenta en una entrevista con La Noticia.
Jimena dice que sólo hablaba con su madre a través de videollamadas, ya que su ella no puede escuchar bien solamente por teléfono. Mientras continuaba trabajando esa semana, su madre le dijo que no se sentía bien y que le dolía la garganta, pero se echó la culpa a sí misma, porque aseguró que había comido muchos helados. Pensando que podía ser una gripe contagiosa, le dijo a Jimena que no entrara a su casa.
No podía respirar
Jimena estaba preocupada y le pidió a su pastora, Maudia Meléndez de Jesus Ministry, que se mantuviera en contacto con ella. Luego de su conversación, Meléndez sospechó que María podía tener COVID-19 y le dijo a la familia que por sus antecedentes de salud, necesitaba ir al hospital, pero María se negó.
Estuvo así hasta que un día me dijo que ya no podía aguantarlo
, dijo Jimena. No podía respirar
.
Con angustia llevaron a María al hospital Atrium Health, pero no pudieron quedarse con ella.
La pastora preguntó al personal si María podía mantener un teléfono en caso de que hubiera problemas con la traducción. El hospital se lo permitió y pudieron permanecer en comunicación.
Aunque estaba mentalmente cansada al lidiar con la condición de salud de su madre, Jimena dijo que tenía que mantenerse ocupada. Con esta situación, uno no se puede dar ese lujo de no ir a trabajar
, comentó.
Mientras estaba en el trabajo, Jimena recibió una llamada de la pastora Meléndez.
Me dijo,
, recuerda.Jimena tengo malas noticias
. Dice, tu mama tiene el positivo, tiene neumonía severa y la van a entubar (conectar a un respirador artificial)
. Yo estaba en el trabajo. Solo me senté en la escalera
Quiero que hables con ella, que pongas a los muchachos a hablar con ella. Estas son malas noticias, pero quiero que seas fuerte, que le llames sin llorar y le des ánimo
, le pidió la pastora Maudia.
Solo podían orar
Jimena sabían que las probabilidades no estaban a su favor, ya que su madre estaba luchando contra la diabetes y tuvo un susto de cáncer recientemente, ya que su recuento de plaqueta sanguínea era extremadamente bajo; problemas subyacentes que ponen a los pacientes COVID-19 en un mayor riesgo de complicaciones graves, e incluso de muerte.
Fueron momentos amargos para ella y sus hijos, solo podían orar por su abuela todos los días.
Fue la fe la que la mantuvo fuerte, dijo Jimena, ya que tuvo que ponerse en una actitud valiente delante de sus hijos que amaban a su querida abuela y también delante de su madre, que estaba sola en el hospital, ya que no permitían visitas.
Le dije a Dios que aceptaré su voluntad pero yo quería que me la dejara; que me la prestara porque hacía 18 años que no había estado con ella
, dijo.
Jimena emigró a Estados Unidos hace casi cuatro años, mucho después de que su madre se mudara a Carolina del Norte. Jimena compartió la condición de su madre en su congregación de la iglesia y de los maestros que le enseñaron inglés, quienes también participaban en las iglesias. Juntos oraron por la salud de su madre.
Ella explica que su jefe conocía a su madre e incluso las llevó a la clínica antes, cuando su madre tenía citas. El día que su madre iba a ser entubada, su jefe le dijo que se tomara el día libre.
Recuperación milagrosa
Mientras esperaban una habitación para que María fuera conectada al respirador, milagrosamente sus signos vitales comenzaron a recuperarse lo suficiente como para que no necesite ser conectada ese día.
De hecho, ese día su apetito regresó, lo que fue sorprendente porque no había tenido hambre durante las últimas dos semanas. Dos días más tarde, María fue dada de alta del hospital y pudo regresar a casa.
Pese a que las probabilidades estaban en su contra, María fue capaz de luchar por su recuperación, algo poco habitual en personas de su edad con coronavirus. En el condado de Mecklenburg, el 13 de las personas de su edad han muerto como resultado del COVID-19. En el estado, esta cifra alcanza el 16.
Ahora, la pastora Meléndez comparte esa experiencia con la familia de Jimena y aboga por la necesidad de tomar conciencia sobre la prevención, con la ayuda de la Federacion de Iglesias Cristianas de Carolina del Norte.
Estamos tratando de traer conciencia en la comunidad en este momento del coronavirus, ya que se está haciendo prevalente en nuestra comunidad. Hay un brote muy grande en las familias latinas, es muy triste,
dijo Meléndez.
Jimena comparte que aunque su encuentro con el COVID-19 a través de su madre fue una carga dura de llevar, está agradecida de no haber contraído el virus ella misma y que fue capaz de seguir trabajando.
Ahora lo entiendo
, dijo. Esa semana que no la vi y no me dejó entrar a la casa, me estaba protegiendo. Fue un acto de amor protegerme a mí y a mis hijos porque sólo me tienen a mí
, aseguró.
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