Cuando decenas de agentes federales enmascarados irrumpieron en Charlotte el mes pasado, el veterano periodista Rafael Prieto quedó impactado por lo que vio.
Hombres armados capturaron a inmigrantes en patios frontales, estacionamientos y lugares de trabajo, los sacaron de autos y a algunos los arrojaron al piso. La ansiedad se disparó entre muchos de los 175,000 residentes latinos del condado de Mecklenburg. Negocios cerraron. Los estudiantes se quedaron en casa. Personas que necesitaban atención médica tuvieron miedo de buscarla.
Prieto, de 71 años, ciudadano naturalizado originario de Colombia, hizo algo que nunca había hecho. “Llevé mi pasaporte en el bolsillo por primera vez en mi vida”, dijo. “Estos (agentes) no respetaban a nada ni nadie”.
“La Operación Charlotte’s Web” alteró vidas y familias. Generó preocupación en toda la comunidad. Ocupó titulares nacionales. Y es solo una de muchas políticas de la administración Trump que han impactado a las personas aquí.
Aproximadamente un año después del inicio del segundo gobierno de Trump, los cambios han debilitado las redes de apoyo que recibían ayuda federal, y han trastocado prácticas antes consideradas normales. Han afectado la vivienda, la atención médica, la seguridad alimentaria y la educación. Las nuevas políticas han cambiado cómo vive la gente y, en al menos un caso, dónde vive.
“Necesitamos reconocer el ataque bajo el cual estamos y hacer lo posible por apoyar a nuestras organizaciones sin fines de lucro, que están enfrentando una mayor demanda con menos recursos”, dijo Kathryn Firmin-Sellers, presidenta y directora ejecutiva de United Way of Greater Charlotte.
Los efectos no son difíciles de encontrar. Funcionarios de salud del condado de Mecklenburg tuvieron que despedir al personal encargado de frenar la propagación del VIH. Defensores de la vivienda se apresuran para garantizar que las personas que reciben asistencia federal para la vivienda no la pierdan. Los bancos de alimentos están lidiando con la eliminación de un programa federal de ayuda y los recortes de otro.
“En última instancia, nuestra capa de superhéroes no es lo suficientemente grande para cargar con la crisis que el gobierno federal ha creado”, dijo Tina Postel, directora ejecutiva de Nourish Up, una despensa local de alimentos.
Funcionarios de la Patrulla Fronteriza dijeron que habían ido tras “los peores entre los peores”, aunque no ofrecieron pruebas sobre la mayoría de los más de 400 detenidos en Mecklenburg. Pero el arresto la semana pasada, por parte de la policía, de un inmigrante indocumentado acusado de apuñalar a un pasajero del tren ligero reavivó las preocupaciones de algunos, incluido el presidente Donald Trump.
Algunos dicen que los recortes del presupuesto federal reflejan limitaciones de gasto, así como diferencias filosóficas sobre el papel del gobierno federal.
“Puede ser simplemente una visión distinta de lo que el gobierno federal debería hacer en adelante”, dijo el republicano Tariq Bokhari, exmiembro del Concejo de la Ciudad de Charlotte que sirvió brevemente como subadministrador de la Oficina Federal de Transporte.
Los recortes en el gasto federal llegan en un momento en que algunas organizaciones sin fines de lucro han visto disminuir las donaciones filantrópicas y caritativas privadas. Tracy Russ, vicepresidente de Foundation For The Carolinas, lo describe como una especie de “doble golpe” que espera que empeore.
“Lo que más me preocupa es cómo se verán estos impactos dentro de uno o dos años”, dijo.
Para muchos proveedores de servicios, ese “doble golpe” llega en un momento delicado. Con la inflación en un 25% desde 2020, más familias están bajo presión.
“La necesidad nunca ha sido tan grande en los 50 años de historia de Crisis Assistance Ministry”, dijo Carol Hardison, su directora ejecutiva desde hace mucho tiempo.
Nuevas reglas podrían desplazar a cientos en el condado de Mecklenburg
Karen Pelletier, directora de los Servicios de Innovación y Estabilización de Vivienda del condado, recuerda cómo se sintió cuando vio el correo electrónico de noviembre enviado por funcionarios federales de vivienda.
“Desamparada y preocupada”, recuerda.
El correo confirmaba que el gobierno federal estaba realizando un cambio importante en la política de vivienda al poner fin, esencialmente, al modelo “Housing First”. Ese programa se basa en la idea de que la vivienda debe ser un requisito previo para las personas que enfrentan adicciones o enfermedades mentales, no una recompensa por superarlas. Sus defensores aseguran que ha demostrado éxito al sacar a la gente de las calles y ponerla bajo un techo.
“Todas las investigaciones te dirán que Housing First es el curso de acción adecuado”, dijo Firmin-Sellers. “El modelo consiste en ubicar a la gente primero en una vivienda y luego proporcionar los apoyos integrales para ayudarlos a permanecer allí”.
La nueva política impondría requisitos laborales y exigiría, no solo alentará, tratamiento por adicciones o salud mental. La ayuda federal sería temporal y diseñada para ayudar a las personas a trasladarse a vivienda privada. The New York Times calificó este cambio de política como “el más trascendental en una generación”.
“Eso borra por completo los 10 años de éxito que hemos tenido con Housing First”, dijo Pelletier.
Devon Kurtz, del conservador Cicero Institute, dijo al New York Times que “Housing First simultáneamente exigía demasiado de las personas, al asumir que todos estaban listos para una vivienda, y muy poco, en términos de expectativas sobre sobriedad y trabajo”.
Pero a nivel nacional, expertos dicen que el nuevo enfoque podría costarles la vivienda a 170,000 personas, incluidos adultos mayores o con discapacidades. En Mecklenburg, Pelletier dijo que actualmente 513 personas viven en lo que se conoce como “vivienda de apoyo permanente”. Aseguró que el cambio podría desplazar a cientos que han estado establemente alojados durante años.
“Sin esta asistencia, muchos de ellos van a terminar nuevamente en nuestro sistema de personas sin hogar”, dijo Pelletier. No está claro lo que eso significará en una comunidad que ya tiene más de 2,300 personas sin vivienda.
“No tenemos capacidad en nuestro sistema de albergues”, dijo Pelletier.
Una red de salud pública que se está desgastando
Recortes al presupuesto federal. Escépticos de las vacunas. Recortes inminentes a Medicaid. Costos crecientes del seguro médico. Ninguna de estas amenazas por sí le quita el sueño al Dr. Raynard Washington.
“Todas te desvelan”, dijo Washington, director de salud pública del condado.
Perdió a más de una docena de empleados debido a recortes presupuestarios o cambios en programas. Eso incluye especialistas en investigación de enfermedades enfocados en VIH y enfermedades de transmisión sexual. Aunque algunos puestos fueron restaurados, la interrupción provocó retrasos.
“La consecuencia de eso es que otra persona se expone a una enfermedad”, dijo Washington.
Chelsea Gulden, directora ejecutiva de RAIN, una organización sin fines de lucro enfocada en VIH, dijo a Qnotes que, debido a los recortes federales, “estamos en posición de ver un aumento en los casos de VIH como no hemos visto en años”.
Washington ha visto evidencia de que más personas parecen compartir el escepticismo sobre vacunas del secretario de salud Robert F. Kennedy. Eso incluye dudas públicas sobre una vacuna infantil temprana que puede prevenir la tos ferina. Washington dijo que el número de casos de tos ferina, normalmente alrededor de dos, aumentó a 70 en el último año, con brotes a menudo concentrados.
Washington dijo que ha habido un aumento en el número de familias que solicitan exenciones religiosas a los requisitos escolares de vacunación. “Simplemente, no saben en quién confiar”, dijo.
Uno de cada tres residentes de Mecklenburg, es decir, 416,000 personas, recibe beneficios de Medicaid, el programa de salud para personas de bajos ingresos. Funcionarios del condado dicen que hasta 31,000 podrían perderlos bajo los nuevos requisitos federales de trabajo. Señalan que esa cifra podría crecer a más de 80,000 si termina el programa de expansión de Medicaid de Carolina del Norte.
La Asamblea General de Carolina del Norte aún no ha actuado sobre ese programa, que atiende a más de 687,000 habitantes del estado.
Luego está la inminente expiración de los subsidios ampliados para la cobertura bajo la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA por sus siglas en inglés). En Mecklenburg, eso afecta a más de 135,000 personas. Nicholas Riggs, director del Consorcio NC Navigator, dijo que las primas podrían dispararse.
Carolyn Willey, de Indian Trail, dijo que su familia compuesta de tres personas ha estado pagando alrededor de $400 al mes bajo la ACA. Debido a que los ingresos de su esposo, contratista general, aumentaron hasta un punto en que perderían el subsidio federal, ahora tendrían que pagar $1,200 al mes por una cobertura básica.
“Nos sorprendió ver que iba aumentar tanto”, dijo Willey.
La asistencia alimentaria disminuye mientras la necesidad aumenta
En una soleada mañana de otoño, Brittany Mays esperaba en su auto afuera de una iglesia en el este de Charlotte que también funcionaba como sitio móvil de distribución para Nourish Up. Es madre de cuatro hijos y su esposo fue despedido de un concesionario de autos. Dependían de SNAP, el Programa de Asistencia Alimentaria de Emergencia, hasta que fue suspendido durante los 42 días del cierre del gobierno.
“Con el cambio en los ingresos y no poder costear el alto precio de los comestibles… significa mucho”, dijo sobre la donación de alimentos.
El cierre solo agravó el desafío para los 137,000 beneficiarios de SNAP en Mecklenburg. La ayuda federal ha caído bruscamente. Nourish Up, por ejemplo, vio una reducción del 50 % en la asistencia del Programa de Ayuda Alimentaria de Emergencia. Otro programa, que habría otorgado $11 millones a bancos de alimentos en todo el estado, llegó a su fin.
Este año, el Congreso añadió requisitos de trabajo al programa SNAP y trasladó algunos costos a los estados y condados. Funcionarios dicen que solo los requisitos laborales podrían hacer que 17,000 residentes del condado pierdan los beneficios.
“Lo que simplemente me deja perpleja más allá de la comprensión es la falta de compasión en todas estas políticas hacia las personas de bajos y medianos ingresos”, dijo Tina Postel, directora ejecutiva de Nourish Up. “¿Qué tan cruel puedes ser para mantener la comida fuera del plato de los niños, los adultos mayores con ingresos fijos y las personas trabajadoras que simplemente no ganan un salario digno?”
Los cambios de política profundizan los temores en la comunidad LGBTQ+
Annelise Mennicke ha recibido muchos fondos de investigación a lo largo de su carrera, incluso de los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Pero nunca había perdido uno hasta este año.
Mennicke, quien enseña en la Escuela de Trabajo Social de UNC Charlotte, había recibido una subvención de $450,000 del NIH para ayudar a miembros de la comunidad LGBTQ+ que fueron víctimas de agresión sexual. Mennicke es directora de investigación del Centro de Prevención de la Violencia de la universidad.
En marzo recibió una carta de los NIH. “Este premio ya no cumple con las prioridades de la agencia”, decía. “Los programas de investigación basados en identidad de género… no hacen nada para mejorar la salud de muchos estadounidenses”. Dichos estudios, añadía, ignoran “realidades biológicas”.
Una de las primeras órdenes ejecutivas de Trump decía: “La política de Estados Unidos es reconocer dos sexos, masculino y femenino”.
Según funcionarios escolares, la de Mennicke fue una de 19 subvenciones federales anuladas en UNC Charlotte. Su financiamiento fue restaurado este verano cuando la Corte Suprema nacional emitió un fallo mixto en un caso presentado por la American Public Health Association.
Pero para Mennicke, “una montaña rusa emocional no empieza a describir esta experiencia”.
“He tenido ataques de pánico”, dijo. “Y dificultades para estar presente con mi familia. He caído en crisis existenciales sobre si puedo seguir en el mundo académico, en Carolina del Norte o incluso en Estados Unidos. Mi abuela huyó de Alemania en 1939 para escapar de los nazis… ¿Cómo supo que era el momento de huir? ¿Cómo sabré yo?”
Amanda Dumas sí lo supo.
Dumas era comisionada de la ciudad de Huntersville hasta este otoño, cuando ella y su hijo transgénero de 14 años se mudaron a Canadá. Como muchos miembros de la comunidad LGBTQ+ y sus familias, vio un entorno político cada vez más amenazante. Luego, dijo, Atrium Health dejó de ofrecer atención de afirmación de género este verano.
“Esa fue la gota que colmó el vaso”, dijo Dumas, quien tiene doble ciudadanía. “No hay razón para quedarnos si ya ni siquiera podemos acceder a atención médica”.
La eliminación de iniciativas de DEI repercute en las instituciones locales
El día que asumió el cargo, Trump firmó una orden ejecutiva calificando los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) como “ilegales e inmorales”.
“Eso termina hoy”, decía.
Ra’Shawn Flournoy, director ejecutivo de un centro de salud que atiende a miembros afroamericanos de la comunidad LGBTQ+, ha dicho que el DEI hizo que el centro perdiera una subvención relacionada con la prevención de infecciones de transmisión sexual.
“Nuestra subvención de ITS fue recortada”, dijo a Qnotes, “y debido al mandato sobre DEI… la administración incluso nos llamó para decirnos que, porque teníamos lenguaje que incluía DEI, teníamos 48 horas para cambiarlo antes de perder todos nuestros fondos”.
La UNC Charlotte ya había cerrado tres oficinas relacionadas con DEI en 2024 para cumplir con políticas del sistema universitario. El dinero y el personal fueron reasignados a otros programas.
Este año, las Escuelas de Charlotte-Mecklenburg perdieron cerca de $6.8 millones en subvenciones para apoyar el desarrollo y la contratación de docentes porque se consideraba que fomentaban DEI. La presidenta de la Junta, Stephanie Sneed, dijo que CMS todavía debe lidiar con la diversidad de un distrito donde se hablan 146 idiomas.
“En nuestro distrito, la mayoría no es blanca, y eso exige que lideremos con intencionalidad”, dijo. “Los programas que apoyan a los estudiantes multilingües, la diversidad cultural y las necesidades específicas de los estudiantes no son opcionales; son esenciales para garantizar que cada niño tenga acceso a una educación rigurosa y a oportunidades reales”.
Sneed dijo que su preocupación más inmediata es el bienestar de los 44,000 estudiantes latinos del sistema. Con agentes federales en la ciudad, algunos niños fueron a la escuela con notas escritas a mano pegadas a sus mochilas que decían: “Soy ciudadano”.
“Es el impacto emocional que esto ha tenido en nuestras familias, lo cual afecta la capacidad de aprender”, dijo Sneed. Hasta 30,000 estudiantes faltaron a clases en un solo día durante las redadas. A Sneed le preocupa que tal vez no hayan recibido el desayuno o almuerzo que obtienen en la escuela.
“Es un impacto en cascada”, dijo. “Contribuye al éxito de nuestros niños en el distrito escolar”.
Los recortes de fondos debilitan los avances en movilidad de Charlotte
La oportunidad, o la falta de ella, fue el tema de un estudio de 2014 realizado por el investigador de Harvard Raj Chetty. Ese informe ubicó a Charlotte y su área metropolitana en el último lugar entre 50 ciudades del país en movilidad ascendente. Fue un llamado de atención que motivó un esfuerzo comunitario concertado para mejorar. El área de Charlotte subió al puesto 38 en la clasificación de Chetty del año pasado.
Tonya Jameson, directora de Avance Cívico de Leading on Opportunity, una organización sin fines de lucro creada para promover la movilidad, dijo que los recortes federales no ayudan.
“Si una madre o un padre no pueden alimentar a su familia, ¿cómo esperamos que puedan trabajar y progresar económicamente?”, dijo. “Ahora se ven obligados simplemente a estar en modo de supervivencia”.
Una encuesta a alrededor de 200 organizaciones sin fines de lucro realizada por el Urban Institute de la UNC Charlotte para Foundation for the Carolinas y United Way of Greater Charlotte encontró que el 30 % reportó recortes en financiamiento público este año. El 47% informó pérdidas provenientes de otras fuentes.
La encuesta determinó que, aunque la mayoría reportó una mayor necesidad de servicios y recursos, el 31% estaba atendiendo a menos clientes. “Una barrera creciente para el acceso comunitario a los servicios y recursos de las organizaciones sin fines de lucro era el miedo, particularmente entre comunidades marginadas”, concluyó el estudio. El informe completo aún no se publica.
“Las amenazas no son solo los recortes federales, sino que… la gente no está donando tanto en general”, dijo Tracy Russ de Foundation for the Carolinas.
Ivan Canada, presidente y director ejecutivo del N.C. Center for Nonprofits, dijo que las donaciones individuales a muchas de las 14,000 organizaciones sin fines de lucro del estado han disminuido desde el Covid. Una razón es que, con deducciones fiscales estándar más altas, hay menos incentivos para que algunos donen.
Según algunas métricas, los estadounidenses siguen siendo generosos. Las donaciones de individuos, filántropos y corporaciones aumentaron a $592,000 millones en 2024, un alza del 6.3% respecto al año anterior, según Giving USA. Pero hay señales de advertencia.
“Ha habido una disminución en la confianza en las instituciones en general y también en las organizaciones sin fines de lucro”, dijo Michael Thatcher, director ejecutivo de Charity Navigator, una agencia nacional de calificación. “Por primera vez en 2024, la confianza en las organizaciones sin fines de lucro cayó por debajo de la de las instituciones con fines de lucro. Eso es nuevo”.
No son solo los recortes locales lo que afecta a Mecklenburg.
El fin de los créditos fiscales solares podría costar empleos en la industria de energía limpia del condado, dijo Zach Amittay, de E2, un grupo de defensa. Asegura que el condado tiene cerca de 20,000 empleos en energía limpia.
Y los recortes al Servicio de Impuestos Internos (IRS) podrían causar retrasos en los servicios gratuitos de preparación de impuestos ofrecidos por el Ada Jenkins Center, con sede en Davidson. Marsha Clark, directora del programa de desarrollo patrimonial del centro, espera ayudar a 3,200 clientes el próximo año.
“La conclusión es que habrá demoras”, dijo.
A pesar de los desafíos, la resiliencia de Charlotte perdura
A fines de noviembre, Manolo Betancur, cuyo negocio de panadería en Central Avenue se convirtió en un centro informal de protestas durante la redada migratoria, habló en la iglesia Myers Park Baptist.
“Antes nos sentíamos solos”, dijo. “Nunca pensé que veríamos este ejército de amigos”.
Durante la redada, personas con teléfonos celulares grabaron a agentes realizando detenciones. Padres acudieron a los estacionamientos escolares para asegurarse de que los estudiantes estuvieran a salvo. Iglesias y voluntarios en toda la ciudad recogieron y entregaron alimentos a familias que permanecían encerradas en sus casas. Estudiantes de varias escuelas secundarias abandonaron clases para protestar contra la acción federal.
“Los aliados están aprendiendo cómo ayudar a sus vecinos”, dijo Stefanía Arteaga, cofundadora de la Carolina Migrant Network, al periódico The Guardian. “Donde esta administración intenta sembrar división, vemos un movimiento orgánico de miembros de la comunidad tratando de brindar apoyo y ayuda”.
Al igual que los voluntarios, las personas dedicadas a ayudar a otros creen que Charlotte es una comunidad resiliente. Las organizaciones sin fines de lucro, que enfrentan presupuestos reducidos y otros desafíos, han estado trabajando juntas.
En septiembre, representantes de grupos que incluían muchas organizaciones sin fines de lucro llenaron una sala en el Centro de Gobierno. Compartieron sus desafíos y hablaron sobre formas de enfrentarlos. Ellos saben, como dijo Firmin-Sellers, que “no existe una cantidad de filantropía que pueda llenar el vacío que se está creando”.
“Somos un grupo fuerte”, dijo Firmin-Sellers. “Y somos un grupo optimista, o no estaríamos haciendo esto. Y así, a pesar de todos los desafíos, creo que los líderes están más comprometidos y más decididos a seguir haciendo todo el bien que podamos con lo que tenemos.
“Los líderes del sector sin fines de lucro en esta comunidad continúan inspirándome. Y deberían inspirarnos a todos”.

Terreno Inestable es un proyecto de periodismo colaborativo del Charlotte Journalism Collaborative. La serie explora cómo los cambios en las políticas federales y su financiación están impactando a los habitantes, vecindarios y organizaciones de Charlotte — y cómo las comunidades están respondiendo.
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