Casi una docena de buques de guerra y 15,000 soldados estadounidenses están ahora mismo en el Caribe cerca de Venezuela. El presidente Trump afirmó que el espacio aéreo venezolano “debe considerarse cerrado”, una declaración que suena como advertencia previa a una posible operación militar. Pero, ¿es realmente para combatir el narcotráfico, controlar el petróleo venezolano, cambiar de gobierno o hay algo más?
El gigantesco portaaviones USS Gerald R. Ford se une a otros buques de guerra y a un submarino nuclear en las celestes aguas del Caribe. ¿Qué hacen allí? Desde septiembre se realizaron múltiples ataques aéreos contra pequeñas embarcaciones acusadas de transportar droga, causando la muerte de al menos 80 personas.
Penas capitales y crímenes de guerra
La más reciente polémica surge tras un llamado público de legisladores demócratas a las Fuerzas Armadas para “no obedecer órdenes ilegales”, seguido del pedido del presidente Trump de la pena de muerte para esos legisladores (todos veteranos de guerra), y la revelación de posibles “crímenes de guerra” por la autorización de un segundo ataque contra sobrevivientes de una de las embarcaciones destruidas en el Caribe.
El Manual de la Ley de Guerra del Departamento de Defensa dice textualmente: “El requisito de negarse a cumplir órdenes para cometer violaciones del derecho de la guerra se aplica a órdenes para realizar conductas manifiestamente ilegales o a órdenes que el subordinado sabe, de hecho, que son ilegales. Por ejemplo, las órdenes de disparar contra los náufragos serían manifiestamente ilegales”, sección 18.3.2.1.
¿Guerra contra el tráfico de fentanilo?
Una de las excusas más frecuentemente usadas por la Casa Blanca para justificar este multimillonario despliegue de fuerza en el Caribe es el combate contra el narcotráfico, especialmente del fentanilo, del cual se declaró una emergencia nacional en enero. Solo hay un pequeño problema. El principal exportador de fentanilo a Estados Unidos no es Venezuela, sino China y México, según la Oficina de Control de Drogas (DEA).
No estamos diciendo que la dictadura de Nicolás Maduro es inocente; Trump acusa a Maduro de liderar una red de narcotráfico, pero si la Casa Blanca realmente quisiera una guerra contra el fentanilo, debería operar a gran escala en el océano Pacífico y no en el Caribe. O quizás invertir una fracción del costo del actual despliegue militar en programas de prevención en Estados Unidos, donde están los consumidores.
La lucha de la actual administración contra el narcotráfico tuvo un giro irónico cuando el expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, sentenciado a 45 años de prisión por facilitar el tráfico de 400 toneladas de cocaína y armas hacia Estados Unidos, fue puesto en libertad el 2 de diciembre, tras recibir un indulto otorgado por Trump.
¿En busca de petróleo?
Es legítima esta inquietud, considerando la invasión a Irak del 2003, y las enormes reservas petroleras venezolanas, sin embargo, hoy Estados Unidos es el mayor productor de petróleo del mundo, con 20 millones de barriles diarios, casi duplicando a países como Arabia Saudita y Rusia.
Adicionalmente, Estados Unidos, mediante Chevron, ya tenía tratos comerciales con Maduro para explotar el petróleo venezolano, en un país cuya infraestructura petrolífera está colapsada.
¿Qué hay detrás del sitio militar contra Venezuela?
La mayor presencia militar estadounidense en el Caribe, desde la invasión de Panamá en 1989, esconde otra cosa. Si Trump quiere mover su agenda política sin necesidad de pedir autorización del Congreso, debe declarar una emergencia nacional, un conflicto armado.
Más allá de la narrativa oficial sobre el combate al narcotráfico o sobre intereses de las reservas petroleras, este despliegue parece alinearse con un objetivo político: toma de poder. Trump sabe que las cosas no pintan nada bien para las elecciones intermedias del 2026 y puede perder el Congreso, mientras tanto, nuestros soldados están a miles de millas en una costosa operación pobremente justificada.
