Queridos lectores, cuando ustedes lean esta columna ya las elecciones habrán pasado y nos preparamos para seguir adelante con nuestro nuevo gobierno. Estas elecciones fueron muy negativas y dejan al país como cuando pasa un desastre natural, por tanto necesitamos limpiar los escombros y volver a construir.
Creo que las campañas electorales en Estados Unidos han sido muy largas y muy reñidas al punto que nuestra nación ha quedado dividida, herida y en peligro. Los sentimientos de millones de personas están rotos y como nunca antes hemos visto lo degradante de unas carreras desenfrenadas y de poco respeto a los mismos candidatos y a la población en general.
La pregunta del millón es: ¿Qué hacemos ahora que ya no hay más comerciales, no hay más rótulos de los partidos, y que las plazas están vacías de gente que grita apoyando a su candidato?, ¿Qué hacemos ahora que ya pasó todo?
Estados Unidos es un país que se ha caracterizado en recuperarse muy pronto de su dolor sus retos y sus luchas; lo hemos visto en muchas ocasiones, especialmente en la caída de las torres gemelas de Nueva York tras los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.
Ese fue uno de los días más oscuros que hemos vivido como nación; sin embargo casi instantáneamente y luego de llorar a nuestros muertos y desaparecidos, el país comenzó a salir del dolor.
Las iglesias se llenaron de feligreses que buscaban la ayuda y el consuelo en la oración. La gente se tomaba de las manos y oraban unos por los otros sin conocerse; cartas de condolencia, flores y palabras de consuelo iban y venían de todos lados. Esos gestos de bondad trajeron paz interna, la cual solo viene de Dios, pues Dios es el que pone esos sentimientos de bondad en el hombre.
Hoy nuestro país necesita volver a la normalidad, no importa quien dirija nuestra nación todos, nosotros debemos contribuir con nuestro granito de arena, y comenzar a hacer algo para lograr la sanación interior una manera seria. En estos días festivos que se avecinan debemos decidir dar un poco de bondad a alguien que ni siquiera conocemos, ayudemos a limpiar nuestra ciudades de los rótulos que quedaron atrás, vayamos a la casa de Dios y rindamos culto a nuestro Creador, oremos los unos por los otros y roguemos por nuestros mandatarios para que Dios les dé sabiduría de como dirigir el país. Pidamos por la protección de nuestras ciudades y la nación, ya que necesitamos vivir en paz. Dios dice que oremos por la paz de nuestras ciudades para que vivamos reposadamente.
A los ciudadanos tanto como a los inmigrantes, Dios nos llama a vivir confiadamente en sus promesas divinas, El pide que si le profesamos como Dios, entonces que nos apartemos de nuestros malos caminos, y pidamos perdón; El a cambio sanará nuestra tierra y perdonará nuestros pecados, así lo dice en el libro de Crónicas en el capítulo 7, verso 14: si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra
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La hora de recoger los escombros de la división y de reparar nuestros corazones ha llegado. Hoy es el día de hacer una decisión por dejar las cosas atrás y comenzar un nuevo capítulo; esa decisión será la mejor que usted puede hacer por usted mismo, por su familia y por este país que es su hogar.