Hay varias maneras incorrectas de resolver si se la pasa peleando con su pareja. A continuación, continuamos nuestra serie. Es muy probable que se identifique con alguna de ellas. En esta ocasión veremos un tipo de persona que no teme a los conflictos, de hecho, los provoca.
¿Peleando con su pareja?
En las semanas pasadas hemos visto modelos equivocados de comunicación con la pareja, a los cuales les hemos puesto un nombre a manera de ejemplo: vimos que al “cónyuge esquimal” le gusta aplicar la ley del hielo y no hablar de los problemas, mientras que el “cónyuge avestruz” huye y no enfrenta los problemas. Pero ¿qué pasa cuando a uno de los cónyuges paciera que le gusta el conflicto?
El pistolero
Esta manera de resolver conflictos es contraria a la del “esquimal” y el “avestruz”. Si estos casi no platican, “el pistolero” lo hará por demás. Para él cada problema es una batalla campal. Todo conflicto es atacado con proyectiles en forma de palabras.
El pistolero o la pistolera (ambos sexos disparan igual), usan las palabras para herir. Cada discusión se vuelve más acalorada, y toda situación difícil es una crisis en la que no se puede hablar sin insultar.
Hablar enojado
Son muy usuales las frases como: “¡Me arrepiento de haberme casado contigo!”, o “¡Maldigo el día en que te conocí!”. Ante tales expresiones, algunas personas me han dicho: “Hubiese preferido que mi esposo/a me pegara, antes de herirme con lo que me dijo”.
Las palabras tienen un poder asombroso, ya sea para bien o para mal. Pueden hacer sentir a una persona como si estuviera en el mismo cielo, o experimentar el ardor y el calor sofocante del infierno.
El cónyuge pistolero habla primero y piensa después. Sus frases más comunes son: “¡Si no te gusta, ahí está la puerta! ¡Vete!”. “¡Si no te gusta como soy, me voy!”. “¿Por qué no te vas, y me dejas tranquilo?”.
Se oye patético, ¿verdad? Yo prefiero aplicar a mi vida algo diferente: “Hablaré palabras dulces, en caso de que me las tenga que comer”.
El sabio Rey Salomón escribió en el libro de Proverbios: “La respuesta amable calma la ira; la respuesta grosera aumenta el enojo” (Proverbios 15: 1).
Si está muy molesto, salga a caminar, tome agua, respire profundamente, haga ejercicio, o cualquier cosa menos hablar airadamente con su pareja o con sus hijos. Usted es responsable de sus emociones, no la gente que lo rodea.
Dios nos dio dos oídos y una sola lengua. Eso quiere decir que debemos oír el doble de lo que hablamos. ¡Use sus palabras para construir, para animar, para elevar la estima propia de su pareja!
Recuerde: “Nunca nadie se arrepintió de algo incorrecto que no haya dicho”.