La más reciente calificada "Generación de Cristal" tiene características que contrastan con la Generación de Hierro mejor conocida como la Generación X.
El nombre, que de por sí denota fragilidad, hace que algunos jóvenes se sienten ofendidos por la calificación de vulnerabilidad. Los padres también se muestran en contradicción con algunas de las características que se le atribuyen a la generación de cristal.
No obstante, no se debe entender esta explicación como una crítica, sino más bien como una oportunidad para encontrar puntos que les permitan aprovechar mejor sus cualidades.
¿Quiénes son la Generación de Cristal?
La filósofa Montserrat Nebrera se apropió del término para identificar a los hijos de la Generación X, trabajadora y luchadora, que vivió en época de carencia. Así que denominó de cristal a los que nacieron después del año 2000 bajo el soporte de sus padres.
Sin embargo, las diferencias entre los grupos obligó a reducir los períodos dejando esta etiqueta de "fragilidad" especialmente a los que nacieron desde el año 2010.
Nebrera relacionó a estos hijos con el cristal debido a la dualidad transparencia/fragilidad emocional que caracteriza su personalidad y comportamiento.
Otras generaciones que existen y que suelen solaparse entre sí son: los Baby Boomers (1946–1965); la X (1972–1980); la Y (1980-1990); los Millenials (1990–1995); Generación Z, post millenials o centennials (1995-2010).
Cualidades de la Generación de Cristal
El boom de la crianza respetuosa o crianza con apego es en parte responsable de los síntomas de esta generación. Y es que en el afán de crear vínculos con sus hijos y asumir una actitud paternalista caen en el extremo de ofrecerlos todo bajo el pretexto de brindarles calidad de vida.
También la tecnología y las presiones sociales aceleran los cambios en la juventud llevándolos a establecer algunas actitudes notables.
Estas son las características de la más reciente generación como conocida como de cristal:
• Muestra fragilidad de carácter por la sobreprotección que ha tenido.
• Carece de tolerancia ante la crítica.
• Se frustra rápidamente (se rompe cuando algo no sale como quiere).
• Es inestable emocionalmente.
• Sufre de inseguridad.
• Tiene adicción a la tecnología y grandes habilidades audiovisuales.
• Desconoce la importancia de los libros y no tiene interés en la cultura.
• Tiene noción del tiempo como algo efímero, es decir, de muy corta duración.
• Necesita ser reconocido y suele presentar baja autoestima.
• Es sensible a situaciones cotidianas.
• Tiene tendencia al sufrimiento.
• Se victimiza frecuentemente.
Estas cualidades hacen notar a personas que cada día toman papeles como activistas en causas globales que creen propias, reaccionan ante lo que consideran injusticias y son más propensos a exponer sus ideas, sentimientos y padecimientos. Y es la tecnología y, particularmente, las redes sociales el punto de apoyo para exponerse y hacerse escuchar.
En contraste, también muestran una mayor sensibilidad y aumento en los síntomas de depresión o ansiedad, porque estos jóvenes tienen dificultad para canalizar los problemas, por pequeños o cotidianos que sean.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la depresión será la primera causa de discapacidad entre jóvenes y adultos en 2030. De manera peligrosa esto conlleva un riesgo de suicidio, hoy la segunda causa de muerte entre personas de entre 15 a 29 años.
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