Pasaron más de seis meses para que una víctima de COVID-19 pudiera regresar a casa, luego de que los médicos la dieron pocas posibilidades de volver a respirar.
Fue el 12 de septiembre de 2021 cuando Williams Johnson, un trabajador del Departamento de Policía de Pineville, ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos.
El virus lo llevó al borde de la muerte durante gran parte del tiempo que estuvo hospitalizado.
“Las primeras cuatro semanas que estuvo en el hospital, luchó todo el día por cada respiración que tomaba”, comentó su madre, Susan Johnson.
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Un mes después, el 10 de octubre, Williams fue conectado a un ventilador donde permaneció durante las siguientes siete semanas.
El estado de Johnson era crítico, tanto que el personal del hospital les dijo a los padres que no esperaban que sobreviviera sin el ventilador.
“Pensé que iba a morir conectado al ventilador. Fue bueno despertar”, aseguró Johnson a WRBL.
Era tan grave la situación, que los padres del enfermo tuvieron que firmar una orden de no reanimación.
Sorprendentemente, poco a poco Johnson comenzó a mejorar. Los constantes tratamientos de diálisis provocaron que sus riñones volvieran a funcionar.
Cerca de cinco meses después de haber ingresado al hospital, los médicos lo desconectaron del ventilador y le realizaron una traqueotomía.
"Subidas y bajadas. Muchas bajas, pero luego algunas muy buenas, ya que todavía estoy vivo”, narró Johnson.
Más de seis meses después, el pasado viernes 25 de marzo, al fin pudo salir del hospital e ir a un centro de rehabilitación para continuar recibiendo tratamiento médico.
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Aunque en principio Johnson obtuvo una discapacidad a corto plazo con sus beneficios en el Departamento de Policía de Pineville, a las seis semanas tuvieron que liberarlo con una discapacidad a largo plazo.
Ahora deberá costear sus primeras del seguro médico, por lo que abrió una cuenta de GoFundMe para solicitar ayudar por parte de la comunidad que quiera apoyarlo.