Patricia Murillo y su esposo Hermes Reyes planearon formar una familia y se mudaron de Honduras a Estados Unidos en el 2002. En los siguientes 15 años, la mujer se dedicó a cuidar a su familia y en ocasiones trabajaba envolviendo cubiertos en un restaurante. En el 2017, luego de dar a luz a su hija menor, comenzaron sus problemas cardíacos.
Desde hace cinco años, la familia Reyes Murillo se encuentra en medio de una dramática situación que involucró incontables idas y venidas de la casa al hospital. El motivo: una insuficiencia cardíaca que ha empeorado con el paso del tiempo. Hoy en día, Patricia recibe cuidados de hospicio en su domicilio, mientras que su familia busca distintas alternativas para prolongar su vida. Para sobrevivir, los médicos aseguran que requiere un trasplante de corazón.
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Cuando todo empezó
A pesar del malestar y de las ganas de vomitar, Patricia tuvo la fuerza para contar a La Noticia sobre el momento en el que comenzó su dolor en el pecho. Señaló que esto fue el día siguiente al nacimiento de su hija en enero del 2017. Su diagnóstico comenzó con una miocardiopatía periparto. Una enfermedad que, según la Asociación Americana del Corazón, es poco común y ocurre durante el último mes del embarazo y causa insuficiencia cardíaca.
“Tuve a la niña y después de eso les dije a los doctores que no me había sentido muy bien. Yo sentía que tenía la respiración muy ligera. Entonces me dijeron que me iban a hacer un chequeo del corazón, luego me dijeron que tenía débil el corazón. Allí fue cuando me trataron y tuve el tratamiento de casi 5 años”, señaló
Patricia tenía 46 años cuando le diagnosticaron insuficiencia cardiaca. Relata que cumplir con este tratamiento durante los meses de la pandemia por coronavirus fue difícil, debido a las complicaciones para acudir a las citas médicas.

“Dejé la medicina casi dos años porque entró el covid y ya no me daban muchas citas. Volví otra vez porque me empezó un dolor en el estómago. Fue allí cuando me dijeron que era el corazón y que tenía piedras en la vesícula”, recuerda.
“Me dijeron que solo tenía semanas de vida”
A Patricia le detectaron una infección en la vesícula que se estaba extendiendo por todo su cuerpo. A pesar de que los médicos consideraron que el corazón estaba muy débil, la operaron para evitar futuras complicaciones. La joven madre recuerda que entre los médicos gastroenterólogos y los cardiólogos había un conflicto con respecto al tratamiento que era más seguro para ella, debido a que presentaba varias patologías.
“Unos me decían que me tenían que operar y otros que no”, dijo.
Luego de la intervención quirúrgica, el corazón de la mujer se debilitó más. Por esta razón, se sometió a un cateterismo.
“Me dijeron que me iba a dar fuerzas, pero no me iba a durar mucho. También me dijeron que yo solo tenía semanas de vida. Eso fue hace cuatro meses”, agregó.
La recuperación de esta operación requirió un tratamiento que le causaba malestar y vómito. Luego de cuatro meses, se lo quitaron debido a que su calidad de vida y estado de ánimo se vio afectado abruptamente. En cambio, le entregaron un chaleco desfibrilador en el caso de que sufriera un paro cardiaco.
“Estoy en equipo con el hospicio. Me ayudan aquí en mi casa, me ponen medicinas y estamos viendo cómo va a seguir el tratamiento, sin la medicina al corazón. Me dicen que mi corazón está bastante débil y que lo único que yo necesito es un trasplante al corazón, pero no me lo pueden dar y mi situación de indocumentada lo complica”, mencionó.
De acuerdo con el abogado especialista en inmigración Mercer Cauley, ser elegible para recibir un trasplante de órganos no tiene ninguna relación con el estatus migratorio de la persona. Explicó, sobre esta situación, que el inconveniente se encuentra en la capacidad de pago de quien requiera la operación.
“Si lo que ella está buscando es que el Gobierno, a través del Medicaid, eso sí podría ser un problema, porque si una persona es indocumentada, generalmente no es elegible para Medicaid. Eso podría ser un problema, pero si va a un hospital privado y el hospital privado tiene este programa de trasplantes de órganos y se puede pagar con fondos privados, entonces no tendría ningún problema. El problema se reduce a cómo podrá pagarlo”, detalló el especialista en leyes, quien cuenta con 19 años trabajando con temas de inmigración.
Aseguró, además: “he atendido muchos casos y nunca he visto que para estar en la lista de trasplantes de órganos tengas que tener cierto tipo de estatus legal, nunca he visto eso. Por eso, si ella tiene la capacidad de pagarlo y el hospital la entiende y la pone en la lista, ella debería poder recibir eso”.
Según explicó Patricia a La Noticia, actualmente ella no se encuentra en la lista de espera debido a que es indocumentada. “Ellos me dicen que pase los mejores momentos con mis hijos. Que si yo quiero salir, que salga con mis hijos. Que ellos estarán dándome medicinas para que no tenga ningún dolor”, comentó.
“No queremos que nuestra mamá se muera”
David Reyes es el hijo mayor de Patricia. Actualmente, trabaja con su padre realizando remodelaciones y construcciones. Para el joven, aceptar el diagnóstico de los médicos no es una opción. Por ello, se ha comunicado con varios médicos e inició una campaña en GoFundMe para pedir ayuda para cubrir los gastos de la operación. Eso en el caso de que llegasen a conseguir un corazón.

“Para nosotros esto es una nube gris. Nunca sabes lo que va a pasar. Dicen que solo tiene unas semanas, pero creo que tiene muchos años más. He hablado con médicos de diferentes hospitales, pero todos dicen lo mismo, que tiene que tener una aseguranza y todo eso. Nosotros estamos pasando por un tiempo muy triste, porque no queremos que nuestra mamá se muera, queremos que ella viva y que ella sonría otra vez”, comentó David.
En la habitación matrimonial de la casa de la familia Reyes Murillo se encuentra acostada Patricia recibiendo cuidados de hospicio, estos son los cuidados que los médicos recomiendan a los pacientes considerados como terminales.
David, al igual que el resto de la familia, ha tenido que presenciar cómo el corazón de su madre se debilita con el pasar de las semanas. “La veo sin energía y agotada, siempre tiene que tomar varias pastillas y eso le agota más”.
20 años sin ver a sus familiares
Cuando Mirna Zambrano, madre de Patricia, se enteró de la situación de su hija, comenzó a tramitar una visa de emergencia para acompañarla durante el tratamiento. Tenía 20 años sin ver a su hija. Tres de sus siete hermanos también han viajado para visitarla.
“Yo tenía la necesidad de ver a mi hija por la situación de ella. La situación es muy dolorosa. Saber que no solo es ella, sino que también tengo otro hijo que está sufriendo del corazón y hace 8 meses le dio un derrame cerebral y quedó con parálisis. Estoy pasando por esta situación de los dos y es muy lamentable. Me siento bien dolida, pero quien me da la fuerza para salir adelante es nuestro Dios”, comentó la madre de Patricia.
Hace pocos días, Mirna regresó a Honduras para acompañar a sus otros hijos. Antes de hacer este viaje, manifestó su preocupación por dejar a su hija en su actual estado.
“Yo sé que ella tiene a sus hijos y a su esposo, pero no es como yo, porque yo he visto cómo se siente feliz estando con su familia y también con sus hermanos”, dijo.
Durante el tiempo en el que estuvo cuidando a su hija, Mirna le cocinaba, ayudaba con los seis hijos de Patricia, le recordaba tomar sus medicamentos y la acompañaba para que no se sintiera sola mientras sus hijos iban a la escuela o al trabajo. Antes de irse, delegó esta función a Belkis Morillo, una de las hermanas de Patricia.
Las mañanas ya no son iguales
David relata que antes del diagnóstico su papá despertaba temprano a todos sus hermanos y su mamá les preparaba el desayuno y los ayudaba a estar listos para ir a clases. Unos eran dejados en sus clases a las 8.00 a.m. y otros a las 9:00 a.m. Esta rutina fue reemplazada por una nueva. Desde la madrugada, Hermes Reyes se despierta y deja a sus hijos en clases antes de las 7:00 a.m. para poder llegar temprano a su trabajo. Su ingreso, al igual que el de sus dos hijos mayores, es más que necesario para poder cubrir los gastos del hogar.
En la mesa de noche de Patricia yacen más de 11 medicamentos, cintas para el dolor muscular, vitaminas, caramelos para el dolor de garganta, entre otros insumos médicos. Mensualmente, la familia gasta entre $600 y $700 para cubrir estos medicamentos. Afortunadamente, relata Hermes, consiguió calificar para obtener una bombona de oxígeno y sus recargas gratis.

“Ella empeoró después del covid. Ha venido este año como unas cinco veces a emergencia y los doctores nos están diciendo que ella está en una etapa terminal y ya no pueden hacer mucho por ella. Ellos nos han comentado que trataron de ayudarnos lo más que han podido, pero que ella lo que realmente necesita es un trasplante de corazón, pero también nos dicen que está muy avanzada la enfermedad de ella”, comentó Hermes desde la sala de emergencia del Atrium Health University City, donde Patricia estuvo internada durante una semana debido a complicaciones cardiovasculares.
Buscan otras alternativas
Hermes señaló que hasta ahora lo único que los médicos pueden realizar para salvar la vida de su esposa es realizar un trasplante de corazón. Le sugirieron investigar sobre la posibilidad de que reciba este tratamiento en otro país.
“En el país de uno no realizan ese trasplante. Yo ya investigué y aquí no lo pueden hacer porque no tenemos un seguro médico y esa operación es muy cara, es de millones de dólares. Nos dijeron que podíamos investigar, pero yo no sé qué tipo de organizaciones buscar, ni tengo el conocimiento de qué sitios dan estas ayudas. La verdad es que ya no sabemos qué va a pasar con ella, porque ya la pasaron al hospicio, donde pasan a los pacientes que son terminales, donde solo le calman el dolor, todo eso lo hacen en lo que pase lo que va a pasar. Queremos que nos ayuden, quienes nos puedan ayudar”, lamentó el padre de familia.
Hermes agregó: “Se siente impotencia saber que no es mucho lo que podemos hacer como familia. E incluso si sucede lo que vaya a suceder son gastos también que vienen para la familia y tenemos que ver de dónde los sacamos, de dónde lo conseguimos, porque también nos dijeron que teníamos que estar preparados para un funeral, para un entierro, ellos nos han hablado bastante claro. Ya solo está en las manos de Dios”.