Estados Unidos alcanzó este viernes una nueva marca negativa en la pandemia al superar las 700,000 muertes por COVID-19, cifra alcanzada en la merma de la última ola de la variante delta del virus.
En tan solo tres meses, el país pasó de las 600,000 a las 700,000 muertes debido al incremento de contagios entre las personas no vacunadas.
El total nacional de fallecimientos es mayor que la población de Boston.
La cifra ha frustrado a las autoridades sanitarias y al personal médico de la primera línea, pues la vacuna ha estado disponible por casi seis meses para todos los estadounidenses y está comprobado que evita hospitalizaciones y muertes.
Se estima que cerca de 70 millones de estadounidenses que podrían vacunarse, siguen sin hacerlo.
“Pierdes pacientes por el COVID y no debería ocurrir”, comentó Debi Delapaz, jefa de enfermeras en UF Health Jacksonville, quien recordó que durante el verano hubo momentos en que el hospital registraba ocho muertes diarias.
“Esto es algo que no debería pasar”, agregó.
Aunque la cifra de muertes opaca todos los demás números, la realidad es que hay mejoría en el combate al COVID-19. El número de pacientes hospitalizados ha disminuído a 75,000 en todo el país, en comparación con los más de 93,000 en los primeros días de septiembre.
Los nuevos casos oscilan en los 112,000 diarios en promedio, una baja de cerca de una tercera parte en las últimas dos semanas y media.
En el caso de las muertes, las cifras también han reducido con 1,900 al día frente a los más de 2,000 de hace una semana.