Varios estudios indican que el ejercicio puede aumentar la eficacia de las vacunas. Esto puede traer importantes beneficios en el momento de aplicarse una vacuna contra el COVID-19. Según esta serie de estudios, las personas que realizan ejercicio de manera regular suelen tener una mejor respuesta inmune a las vacunas.
Al tener un sistema inmunológico sano, el cuerpo activa y desactiva la inflamación según sea necesario y la inflamación envía proteínas para combatir las infecciones. En el caso de las vacunas, éstas funcionan de la misma manera, ya que aumentan la respuesta inmune del cuerpo.
Dos estudios ejemplifican lo anterior. La Universidad de Birmingham encontró que las personas que ejercitaban sus brazos durante unas horas antes de una vacuna contra la influenza desarrollaron una respuesta inmune más fuerte.
Otro estudio, éste de la Universidad Saarland de Alemania encontró que los atletas de élite muestran una respuesta inmune más pronunciada a la influenza. Esto sugiere que cuanto más en forma esté el individuo, más efectiva será la vacuna.
Las vacunas pueden ser menos eficaces en adultos obesos
Del otro lado del espectro, los científicos han observado que la vacunación puede ser menos eficaz en los adultos obesos. La obesidad puede causar cambios metabólicos y por ende reducir la eficacia de las inoculaciones.
La obesidad aumenta el riesgo de contraer virus en todos los sentidos. Hay un 113% más de riesgo de terminar en el hospital, un 74% mayor probabilidad de necesitar cuidados intensivos y un 48% más de riesgo de muerte, según información de Les Mills.
La actividad física protege contra enfermedades infecciosas y no transmisibles, como COVID-19. Pero tristemente según los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, solo la mitad de los adultos hacen el ejercicio que necesitan.
Es por eso que muchos expertos en salud mundial, reiteran que la actividad física es absolutamente la medicina más importante de nuestro tiempo.