Los latinos como otros grupos minoritarios, ya sea en el trabajo, en el barrio, en la escuela o en cualquier otro ámbito, experimentan discriminación de naturaleza racista. Sin ir más lejos, el presidente Donald Trump, lazó su campaña con un ataque a los inmigrantes mexicanos nombrándolos de “narcotraficantes, criminales y violadores”.
Existe racismo no solo entre los anglosajones y los afroamericanos, sino entre los mismos latinos. Comenta frustrada una joven de piel bien morena panameña quien llegó a Estados Unidos y comenzó a trabajar en un restaurante de dueños latinos:“A mí me han enviado a trabajar en el depósito de la cocina, bajándome también mi sueldo, porque mi apariencia y mi acento no daba con el perfil que le querían dar al restaurante”.
La joven fue tomada para trabajar inicialmente por su impresionante currículo y experiencia, sin embargo el color de su piel y acento al hablar el inglés dieron pie a ser discriminada.
Desafortunadamente el racismo está fuertemente arraigado en la sociedad y sus efectos negativos no hacen sino sembrar intolerancia, odio y separación. El racismo a pesar de las legislaciones que existen en su contra, se filtra en las actitudes y comentarios de las personas.
¿Cómo responder cuando se siente discriminado?
Hay diversas maneras de reaccionar ante un hecho de discriminación. Algunas pueden ser reacciones constructivas y otras no. Si queremos realmente salir de ese dilema de “discriminador versus discriminado” tenemos que dar un paso más alto, tomar el camino más elevado donde el discriminador o racista tenga la oportunidad de educarse y crecer, y el discriminado de no sentirse víctima y educar.
Para que ello ocurra debemos salir de la inicial naturaleza de “acción – reacción,” como sería un pensamiento básico “él me ofendió, ahora yo lo ofendo también, o le guardo resentimiento u odio.” Este escenario de la ley del talión “ojo por ojo, diente por diente” no es progresivo y nos mantiene estancados en jugar en el terreno que el discriminador ha propuesto, lo que conserva al discriminado en un carácter de víctima.
No queremos mantenernos el rol de víctima ni jugar en el rol que el racista designe. Para ello existen estrategias básicas y sencillas, pero requieren de algún esfuerzo.
Primero, ante un comentario, o actitud racista que se pueda padecer, no reaccione emocionalmente al instante. Actuar sin pensar, y responder impulsivamente puede hacer que se intensifiquen aún más las diferencias. Tampoco el actuar con rudeza hacia quienes están siendo racistas conducirá al destino de promover un cambio de conciencia en la sociedad. Sin embargo, enseñar con el ejemplo tratando a cada ser humano, sin importar la raza, color, situación económica, orientación sexual, discapacidad, educación, etc. con amabilidad y respeto es sumamente constructivo.
Seamos modelo de la conciencia de tolerancia multicultural que queremos crear. Esto a la larga producirá un verdadero cambio en la sociedad.