Ciertos políticos conservadores de Carolina del Norte no pueden ocultar su flirteo con el autoritarismo, de hecho, lo piden a gritos. Tres legisladores republicanos se sonrojan y suspiran de emoción, imaginando el ruido de las botas militares marchando por las calles del estado, y no para solucionar un problema de seguridad, sino para ganar puntos políticos con el presidente.
Ciudades como Washington DC, Los Ángeles y Chicago han experimentado de primera mano la implementación de una política claramente totalitaria. La Administración Trump desplegó a miembros de la Guardia Nacional, la Patrulla Fronteriza, y las Fuerzas Armadas para patrullar las calles, reprimir a manifestantes y participar en arrestos migratorios. ¿La razón? Según la propia Casa Blanca, porque son ciudades gobernadas por demócratas.
La administración Trump está instrumentalizando a soldados y agentes federales para impulsar una narrativa partidaria. Las Fuerzas Armadas no juran lealtad a un partido político ni a un presidente, juran lealtad a la Constitución. Por eso, Washington DC, Los Ángeles y Chicago han interpuesto demandas legales con resultados iniciales favorables para las ciudades.
Militares patrullando las calles
En Carolina del Norte, los congresistas republicanos Mark Harris, Pat Harrigan y Chuck Edwards enviaron una carta el 5 de noviembre al gobernador Josh Stein, condenando su negativa a desplegar la Guardia Nacional para patrullar las calles de la ciudad de Charlotte.
En octubre, la Orden Fraternal de la Policía de Charlotte-Mecklenburg, un grupo ultraconservador de expolicías, pidió que militares patrullen la ciudad, ante la atención nacional que generó el asesinato de la inmigrante ucraniana Iryna Zarutska, de 23 años, en el tren ligero.
El cuadro que pintan estos políticos es casi apocalíptico. En su carta repiten la polarizante postura MAGA de que los demócratas “protegen a los criminales”, claro, sin presentar evidencia. Este es un intento por demonizar a un grupo y explotar la división política reinante.
La realidad es que el crimen es un problema en todo el país. Pero, específicamente en Charlotte, el número de delitos violentos ha bajado un 20 % en un año. En lo que va del 2025, vamos en el tercer trimestre consecutivo de esta tendencia a la baja, según cifras del Departamento de Policía de Charlotte Mecklenburg (CMPD).
No es un tema de seguridad, es un show político
Charlotte no es un infierno del crimen, y la mayoría de los inmigrantes no son criminales. Pese a esto, hay reportes de que se prepara un operativo con miembros de la Patrulla Fronteriza en Charlotte. Si bien esto no está confirmado, si se llegase a implementar sería ilegal. La Patrulla Fronteriza tiene una autoridad ampliada para hacer cumplir las leyes de inmigración dentro de una zona de 100 millas de las fronteras terrestres o marítimas. Charlotte está fuera de ese alcance.
Esta fantasía totalitaria de tener a militares en las calles de Carolina del Norte desafía la Constitución. Las Fuerzas Armadas tienen clara su misión de protección externa. Si realmente se busca combatir el crimen, la Casa Blanca debería invertir en erradicar las causas del crimen, como la pobreza, haría un esfuerzo por crear fuentes de trabajo, pero está haciendo todo lo contrario.
Además de luchar a capa y espada para no ayudar a las familias pobres con el Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria (SNAP), la tasa de desempleo nacional subió al 4.3 % en agosto y septiembre de este año, un aumento respecto al 4 % de enero. Esta cifra es la más alta desde el último trimestre de 2021 y refleja un debilitamiento del mercado laboral debido a la incertidumbre económica y las caprichosas políticas arancelarias.
Es nuestro deber como votantes recordar los nombres de quienes lucran políticamente de la división, de los proponentes de la represión por sobre la creación de oportunidades, de los amantes del totalitarismo por sobre la democracia.
