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A mediados de noviembre, Charlotte vivió el operativo migratorio más violento y amplio de su historia. Cerca de 400 personas fueron arrestadas. Y aunque las autoridades repiten incesantemente que buscaban a “lo peor de lo peor”, hasta el momento solo se ha detallado a una veintena de inmigrantes arrestados con antecedentes penales. Del otro 95 % solo hay silencio. El miedo paralizó zonas frecuentadas por los latinos. Pero en medio del desasosiego, la ciudad mostró su lado solidario.

“Lo pero de lo peor”

Seamos claros. Nadie quiere criminales en las calles. Si en realidad el interés de la administración Trump es atrapar delincuentes, puede enfocar acciones específicas con la policía local, la DEA o el FBI, como lo ha hecho en otras ocasiones. Esta acción es claramente política, busca “castigar” a ciudades y estados dirigidos por demócratas. Esto no es una conjetura, fueron las palabras del propio presidente.

Cientos de personas inocentes fueron detenidas, cientos de familias fueron separadas sin motivo válido; se paralizaron negocios e iglesias, muchas aulas quedaron vacías. El operativo Charlotte’s Web no trajo seguridad, sino miedo en los sectores latinos de la ciudad. Para sobrellevar el peso de la conciencia ante esta realidad irrefutable, partidarios del sufrimiento justifican los arrestos, con la falacia de que todos los inmigrantes indocumentados son criminales.

“Cuando personas que no residen legalmente en nuestro país cometen delitos o violan nuestras leyes de inmigración, representan una amenaza directa para la seguridad de nuestros vecindarios”, escribió Gregory K. Bovino, Comandante de Operación General CA de la Patrulla Fronteriza.

Las infracciones a las leyes migratorias no son criminales sino civiles. Los inmigrantes no son una amenaza. Cometen menos delitos, son menos encarcelados y denuncian más crímenes cuando son víctimas.

No faltaron quienes en redes sociales celebraron el dolor de cientos de familias inocentes. Unos demostraron ser incapaces de experimentar empatía, con tal de seguir la narrativa de su líder supremo. Otros exhibieron un enfermizo desdén hacia sus semejantes, festejando que había pocas personas en los supermercados o menos tráfico en las calles durante los operativos. Afortunadamente, esas mentes frívolas son pocas.

Charlotte demostró lo mejor de su gente

En medio de la emergencia, la organización Siembra NC convocó a varias jornadas de capacitación para que ciudadanos americanos protejan a sus vecinos inmigrantes. Más de 2,400 personas asistieron a los entrenamientos presenciales en Charlotte, Hickory y Gastonia.

Durante las redadas, se pudo observar a agentes enmascarados, armados hasta los dientes, siendo confrontados por civiles, quienes, con silbatos, arengas y gritos, reprobaban y documentaban los atropellos cometidos por funcionarios federales.

Diversas manifestaciones espontáneas brotaron como flores tras la tormenta. Miles se tomaron las calles en distintos puntos para expresar su rechazo a la presencia de la Patrulla Fronteriza en la ciudad y su solidaridad con la comunidad inmigrante. Estudiantes de varias escuelas levantaron su voz como testimonio de esperanza para el futuro de esta nación.

Varias organizaciones sociales se activaron; muchos líderes comunitarios y de fe trabajaron y siguen trabajando jornadas agotadoras, coordinando recursos para ayudar a las personas afectadas. El Concejo de la Ciudad de Charlotte dispuso fondos para brindar apoyo.

Pese a que los agentes federales solo “siguen órdenes”, y aunque llegaron con la excusa de estar tras “lo peor de lo peor”, la realidad es que Charlotte mostró su rostro más noble, de solidaridad, hermandad y unidad. La ciudad envía un mensaje a los inmigrantes: No estamos solos.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2025 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com