En Carolina del Sur no se permitirá que los niños no acompañados en la frontera con México sean alojados en su territorio.
Así lo confirmó el gobernador del estado, Henry McMaster, quien emitió una orden ejecutiva para impedirlo.
McMaster entregó la orden el lunes 12 de abril por la tarde.
Ordenó al Departamento de Servicios Sociales de Carolina del Sur que evite que el estado coloque a niños inmigrantes indocumentados y no acompañados en hogares de crianza temporal u hogares grupales de Carolina del Sur.
"Los niños de Carolina del Sur siempre deben recibir la primera prioridad para la colocación en hogares de acogida", dijo McMaster en una carta al director del DSS, Michael Leach.
“Los recursos limitados del estado deben dirigirse a abordar las necesidades de sus niños”.
"Permitir que el gobierno federal coloque un número ilimitado de niños migrantes no acompañados en el sistema de bienestar infantil de nuestro estado por un período de tiempo no especificado es una propuesta inaceptable”.
“Hemos pasado por este camino con el gobierno federal antes y el estado generalmente termina 'enganchado'".
Leach le había dicho a McMaster el 8 de abril que el gobierno federal había realizado averiguaciones preliminares sobre la vivienda de niños migrantes en el estado.
Pero no se había vuelto específico, ni siquiera sobre un posible número.
En ese momento, indicó que había seis proveedores privados que habían expresado cierto interés en acoger a los niños.
Durante el fin de semana, McMaster visitó la frontera sur de Estados Unidos.
McMaster no es el primer gobernador en tomar esta medida.
La semana pasada, Kim Reynolds de Iowa bloqueó los esfuerzos por participar en el programa, diciendo que este no era un problema de su estado sino "el problema del presidente”.
Historias desgarradoras de niños en la frontera
Recién hace unos días, una niña hondureña de siete años cruzó sola la frontera de madrugada.
Lo hizo rodeada de extraños pues estaba decidida a mantener el paso de los otros inmigrantes.
Su padre había recorrido México con ella en autobús durante 22 días pero se regresó a su país.
Eso, sin antes dejarla en manos de un joven que la iba a ayudar a cruzar el río Bravo para llegar Texas.
Su odisea ilustra los extremos a los que llegan los padres para que sus hijos puedan llegar a Estados Unidos.
Historias que ahora se toparán con un nuevo inconveniente en Carolina del Sur tras el decreto del gobernador.
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