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Periodistas visitaron el principal centro de detenciones para niños migrantes y verificaron el hacinamiento de migrantes en el recorrido.

Una instalación severamente atestada es el más visible de los problemas. Los más pequeños son mantenidos en un corral de juegos con colchones en el suelo para dormir.

La instalación tiene una capacidad de 250 personas, pero alberga a más de 4,100. La mayoría eran menores no acompañados. Son procesados en tiendas de campaña antes de ser llevados a los albergues operados por el Departamento de Salud y Servicios Humanos y entonces colocados con un familiar o un patrocinador.

Los niños estaban durmiendo por centenares en ocho recintos de unos 297 metros cuadrados (3,200 pies cuadrados). Muchos de los recintos alojaban a más de 500 niños.

Oscar Escamilla, director interino de la Patrulla Fronteriza en el Valle del Río Grande, dijo que entre 250 y 300 niños entran al centro cada día, y una cifra mucho menor sale.

Además del hacinamiento de migrantes la verificación sanitaria es pobre

El martes, periodistas de The Associated Press vieron el procesamientos de los niños.

Inicia en una pequeña habitación para un examen de salud y una inspección de piojos. Les rociaban el pelo con mangueras, y las toallas eran lanzadas a un depósito con la inscripción “Piojos”. Los menores —muchos de los cuales hicieron largas travesías para llegar a la frontera, incluyendo tramos a pie— también eran examinados para detectar sarna, fiebre y otros males.

No obstante, en momentos cruciales por la pandemia no se realizaban pruebas de coronavirus a menos que un menor mostrase síntomas.

Enfermeros administran además pruebas psicológicas, preguntándoles a los niños si tenían pensamientos sobre suicidio. Todos los cordones de zapatos fueron retirados para prevenir daños.

Tras atravesar a un largo pasillo los niños entran a una habitación grande. Si son mayores de 14 años se les toman las huellas dactilares y una foto.

De ahí pasan a una segunda sala en la que reciben notificaciones para comparecer ante una corte de inmigración. Agentes de la Patrulla Fronteriza les preguntaban si tenían algún conocido en el país y les permitían a los niños hablar con esas personas por teléfono.

Los niños recibían brazaletes con un código de barras que muestra cuándo se ducharon y sus condiciones médicas.

Debido a que miles de niños y familias han arribado a la frontera sur de Estados Unidos en semanas recientes y llenado las instalaciones, el presidente ha estado bajo presión para implementar más transparencia al proceso. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) les permitió a dos periodistas de The Associated Press y a un equipo de la cadena CBS recorrer la instalación en Donna, Texas, en el Valle del Río Grande.

Desarrollado por La Noticia con información de AP.

Lic. en Comunicación Social. MBA en Mercadeo. CEO de Link BTL. Disfruto de leer y escribir. Soy madre y esposa agradecida con la vida. jgimenez@lanoticia.com