Preparar la llegada de un hermano hace que el recibimiento sea un momento de felicidad. Alistar ese camino es un acto de respeto y puede hacer la diferencia en la futura relación de los hermanos.
Es muy normal ver hermanos que se llevan mal, que pelean, que tienen rivalidad o celos. Pero, algunos llegan a odiarse y aparte de ser muy triste, daña el ambiente familiar y puede tornarse difícil de revertir.
Según la Academia Americana de Pediatría existen aspectos que moldean las relaciones de los hermanos:
- La personalidad de cada niño es diferente y no siempre van a tener el mismo carácter.
- La edad del niño que recibe a su hermano influye en lo que se debe esperar en cuanto al comportamiento.
- El género, ya que los niños del mismo sexo suelen competir más.
- La diferencia de edad entre los hermanos. Usualmente cuando se llevan menos de dos años hay mayor rivalidad.
Los niños no siempre admiten querer un hermano cuando se les pregunta, ya que es normal pensar que alguien les robará su lugar. Sin embargo, una buena preparación previa puede ser el inicio de un amor sano de los hijos.
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No ocultes la noticia del nuevo hermano
No puedes preparar la llegada de un hermano si no le informas adecuadamente. Algunos padres se adelantan a las reacciones del futuro hermano mayor y manejan la noticia como un secreto. La realidad es que tu hijo merece saber primero que el resto de la familia y no después. Preparar una forma creativa de informarles es el paso que abrirá su corazón para ese hermano.
Toma en cuenta que el nivel de comprensión se ajustará a los aspectos mencionados como la edad y la misma personalidad.
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Involucra al hermano mayor en los preparativos
Advertir al hermano mayor sobre las necesidades del bebé es importante para evitar los celos cuando el más pequeño reciba las atenciones y cuidados que demandará. Buscar fotos de cuando tu hijo era bebé es una buena estrategia para que sepa que en su momento recibió las mismas atenciones.
Anticipa las rutinas y cualquier modificación que impactará en tu hijo: compartir la habitación no es un cambio menor por ejemplo. En ese tiempo previo haz que tu hijo sea parte de los preparativos y úsalos para informarle la manera como él puede ser parte. Utiliza frases que permitan a tu hijo saber que él es parte de la ecuación: llevaremos este avión para que le enseñes a tu hermano a volar
. Aplica todas las herramientas que puedas aprovechar para hacerle saber a tu hijo que el hermano no le robará su lugar.
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Haz una fiesta del primer encuentro
De la calidad de ese primer encuentro saldrá un anticipo de lo que vivirán juntos. Recuerda que el bebé no recordará ese momento, pero el hermano sí. En ese sentido, haz que el hermano mayor sea el protagonista, como cuando es su día de cumpleaños y recibe regalos y atenciones.
En la medida de lo posible abraza a tu hijo al mismo tiempo que al hermano. Deja que lo cargue con la guía de un adulto, que lo sienta y descubra, que lo acaricie. Y si debes corregir algo no lo hagas de forma brusca ni represiva.
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Propicia una relación de afecto
La dinámica familiar ha cambiado. Ahora se debe trabajar en mantener una relación basada en valores como compartir, ayudar, respetar, amar. Deja que tu hijo reconozca que su hermano es su compañero y no su enemigo; eso lo harás minimizando los cambios en su vida e involucrándolo en lo que sea posible.
El trato igualitario es fundamental en esta etapa, así como estar pendiente de dedicarle tiempo aparte al hijo mayor, atendiendo sus propias necesidades y solicitudes. Esto contribuye a que el niño no sienta que el hermano llegó para desplazarlo.
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No dejes pasar las señales e intervención
Los hermanos no siempre serán compañeros de juegos y diversión, claro que habrá peleas. No obstante, se debe estar atentos a las señales de que esa relación no va por buen camino y necesita de una intervención. Si aún con los pasos previos para unirlos no es posible, busca la ayuda de un experto que te dé pautas para unir a tus hijos.
Los hermanos son un regalo de la vida. Los que los tenemos sabemos que no tenemos razón para ser iguales, pero sí es posible encontrar elementos en común que nos mantengan unidos por un lazo de amor más allá de la sangre que compartimos.