Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es un ícono de amor materno cuya oración invoca su presencia para la protección de los hijos.
Su figura recuerda el cuidado de una madre, con el Niño Jesús descansando en su regazo tomando con ambas manos la mano derecha de María, buscando protección, al contemplar los instrumentos de la Pasión que le aguardan; por ello, también se le conoce como la Virgen de la Pasión.
La fiesta de esta advocación mariana se celebra cada 27 de junio en muchos países del mundo. En Latinoamérica tiene especial presencia en ciudades de: Venezuela, Honduras, Perú, Ecuador y Colombia. Haití la nombró patrona del país por su intercesión en una epidemia de viruela en el año 1883. Mientras que en España es la patrona del cuerpo de Sanidad Militar de las Fuerzas Armadas.
Oraciones para pedirle a la Virgen de Guadalupe
Pide la protección de los hijos con esta oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
¡Madre Mía, socorre a mis hijos!
Que esta palabra sea el grito de mi corazón desde la aurora.
¡Oh María! que tu bendición los acompañe, los guarde, los defienda, los anime,
los sostenga en todas partes y en todas las cosas.
Cuando postrados ante la presencia del Señor le ofrezcan sus tributos de alabanza y oración,
cuando le presenten sus necesidades o imploren sus Divinas Misericordias,
¡Madre Mía socorre a mis hijos!
Que cuando se dirijan al trabajo o al estudio donde el deber los llama;
pasen de una ocupación a otra, a cada movimiento que ejecuten,
a cada paso que den y a cada nueva acción
¡Madre Mía, socorre a mis hijos!
Cuando la prueba venga a ejercitar su debilísima virtud y el cáliz de sufrimiento se muestre ante sus ojos;
ten Divina Misericordia y purifícalos por el sufrimiento,
¡Madre Mía, socorre a mis hijos!
Cuando el infierno desencadenado contra ellos, se esfuerce en seducirlos con los atractivos del placer, las violencias de las tentaciones y los malos ejemplos,
¡Madre Mía, socorre y preserva de todo mal a mis hijos!
Y cuando en la noche se dispongan al descanso a fin de continuar con nuevo fervor al día siguiente su camino hacia la patria eterna
¡Madre Mía, socorre a mis hijos!
Que tu bendición Madre Mía, descienda sobre ellos, en el día, en la noche, en el consuelo, en la tristeza, en el trabajo, en el descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte.
Amén
Rezar tres Ave María con esta oración por los hijos a la Virgen del Perpetuo Socorro.
Oh Señora Madre del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros que acudimos a ti. Te confiamos a todos los hijos para que los guíes y protejas siempre. Amén.
Oraciones de fe hacia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio; ya que ese mismo Dios hecho Hijo tuyo como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con tu diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de su irritada justicia; sé tú nuestra poderosa Medianera y Abogada, y detenga tu maternal socorro los castigos que hemos merecido.
En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido.
(Hacer la petición)
Por el perdón
Santísima y siempre pura Virgen María, Madre de Jesucristo, Reina del mundo y Señora de todo lo creado; que a ninguno abandonas, a ninguno desprecias ni dejas desconsolado a quien recurre a Ti con corazón humilde y puro.
No me deseches por mis gravísimos e innumerables pecados, no me abandones por mis muchas iniquidades, ni por la dureza e inmundicia de mi corazón me prives de tu gracia y de tu amor, pues soy tu hijo.
Escucha a este pecador que confía en tu misericordia y piedad: socórreme, piadosísima Madre del Perpetuo Socorro, de tu querido Hijo, omnipotente Dios y Señor nuestro Jesucristo, la indulgencia y la remisión de todos mis pecados y la gracia de tu amor y temor, la salud y la castidad y el verme libre de todos los peligros de alma y cuerpo.
En los últimos momentos de mi vida, sé mi piadosa auxiliadora y libra mi alma de las eternas penas y de todo mal, así como las almas de mis padres, familiares, amigos y bienhechores, y las de todos los fieles vivos y difuntos, con el auxilio de aquel que por espacio de nueve meses llevaste en tu purísimo seno y con tus manos reclinaste en el pesebre, tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que es bendito por los siglos de los siglos. Amén.
Petición en casos desesperados
Oh Madre del Perpetuo Socorro, concédeme la gracia de que pueda siempre invocar tu bellísimo nombre ya que él es el Socorro del que vive y Esperanza del que muere. Ah María dulcísima, María de los pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez que te llame, Madre mía, apresúrate a socorrerme, pues, en todas mi tentaciones, y en todas mis necesidades propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: María, María, Madre Mía.
Oh qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre y pensar en ti, Madre Mía. Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para bien nuestro ese nombre tan dulce, tan amable y bello. Mas no me contento con pronunciar tu bendito nombre, quiero pronunciarlo con amor, quiero que el amor me recuerde que siempre debo acudir a ti, Madre del Perpetuo Socorro.