La Asociación Americana de Psicología de Estados Unidos define a la inteligencia emocional como el tipo de conocimiento que involucra la habilidad de procesar la información emocional y transferirla a otros procesos cognitivos. Además, establece que ésta incluye cuatro destrezas:
1) la percepción y evaluación de las emociones con precisión.
2) La capacidad de acceder o evocar aquellas emociones que faciliten los procesos cognitivos.
3) La comprensión del lenguaje emocional y hacer uso de la información emocional.
4) La capacidad de regular las propias emociones y las de los demás, con el fin de promover el crecimiento y el bienestar.
Aunque estas habilidades parezcan complejas de desarrollar en los niños, desde pequeños se les puede enseñar a manejar sus emociones de manera asertiva. Sin duda es una tarea ardua, sin embargo, es posible. Educar la inteligencia emocional en los niños, los equipa con las herramientas necesarias para establecer relaciones sociales fuertes, para comunicarse efectivamente y para convertirse en líderes.
Estudios de la Universidad de Yale, desde su Centro para la Inteligencia Emocional, la vinculan con el éxito académico de los niños. Desde éste centro desarrollaron el programa RULER, que propone cinco principios para el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños en las escuelas:
• Reconocer las emociones en sí mismos y en los otros.
• Entender las causas y las consecuencias de las emociones.
• Dar el nombre correcto a las emociones.
• Expresar las emociones correctamente.
• Regular las emocione efectivamente.
La familia y la escuela son los principales agentes socializadores de los niños. Es por esto que tanto padres como maestros deben informarse acerca de cómo guiar a los más pequeños en el desarrollo de la inteligencia emocional. A continuación se presentan algunos consejos:
1. Estimule el uso de las palabras a la hora de referirse a las emociones:
Esto es beneficioso para los niños ya que les ayuda a comprender la diferencia de emociones que pueden ser similares. En este sentido, no es lo mismo estar triste, que nostálgico o decepcionado. Estimule el uso del lenguaje no solo para identificar una emoción, sino todo lo que ésta conlleva. Determinar correctamente las emociones es necesario para desarrollar estrategias y planes de acción alrededor de las mismas. Frente a una emoción, pregúntele al niño que siente, por qué lo siente y qué podría hacer para sentirse diferente.
2. Apóyese en el uso de imágenes:
A los más pequeños se les puede dificultar el uso de palabras para identificar sus propias emociones o las de otros. Ayudarlos a identificarlas en caricaturas, fotografías o cualquier otro recurso ilustrado, es beneficioso para desarrollar una consciencia acerca de las emociones. Luego de que el niño logre reconocerla en un recurso gráfico, utilice las palabras para incrementar su vocabulario en cuanto a las mismas.
3. Muéstrese empático hacia las emociones del niño:
Ser empático no significa estar de acuerdo. Simplemente muéstrele al niño que puede ver las cosas desde su punto de vista. Reconocer los sentimientos del niño, le hace sentir que su perspectiva es real. Eso puede facilitar el manejo de sus emociones. Además, el niño aprenderá la empatía al recibirla de adultos significativos. Evite minimizar o desaprobar las emociones del niño. Esto solo causará que las reprima. Reprimir las emociones no significa que desaparezcan. Por el contrario, esto puede causar otras conductas indeseadas en el niño. Cuando el adulto admite las emociones del niño, le enseña que él mismo puede aceptarlas y que puede buscar apoyo en otros.
4. Estimule a los niños a tomar una pausa:
Los niños pequeños son naturalmente impulsivos. Es trabajo de los adultos significativos del entorno enseñar las normas de comportamiento para regular sus acciones. Enseñar a los niños a hacer una pausa para pensar antes de actuar, es básico para desarrollar la inteligencia emocional. Convertir esto en una práctica de la vida diaria, formará el hábito de la autorregulación. En consecuencia, a lo largo de su vida será capaz de regular sus emociones y anticipar las resultados de las mismas.
5. Establezca límites sobre los comportamientos y no sobre las emociones:
Las emociones que el niño experimenta lo puede llevar a actuar de determinadas maneras. Evite dar directrices acerca de cómo debería sentirse. Por el contrario, puede establecer límites acerca de los comportamientos aceptados. En este sentido, si el niño está molesto hágale saber que reconoce como se siente. Sin embargo, no está bien pegar, gritar o lanzar cosas al suelo.
Para más información acerca de cómo trabajar la inteligencia emocional con los niños, consulte: Yale Center for Emotional Intelligence