Es posible que hayas escuchado en algún momento la palabra resiliencia o que haya sido parte de tu vida, sin saberlo. La resiliencia es la capacidad que puede tener una persona o un colectivo (ej. sociedad, comunidad) para afrontar y sobreponerse a situaciones traumáticas o dolorosas.
Hay personas que tienen una mayor resiliencia que otras y esto puede determinar el proceso de recuperación o de no recuperación luego de experiencias dolorosas. La resiliencia nos permite tener la fortaleza para salir hacia adelante, tomar las decisiones que necesitemos tomar para estar bien.
A nivel colectivo, lo podemos observar cuando como comunidad nos unimos para afrontar una situación que produce dolor y angustia. Por ejemplo, los jóvenes soñadores o “dreamers” decidieron en algún momento, tomar acción para afrontar la angustia de la posibilidad de ser deportados por no tener documentos para estar en los Estados Unidos. Contrario a no hacer nada, se unieron como colectivo y activaron unas gestiones que resultaron en la Acción Diferida (DACA).
Aunque los seres humanos nacemos con unas herramientas básicas que nos ayudan a manejar situaciones de estrés o de peligro, la resiliencia se puede fortalecer.
¿Cómo podemos fortalecer nuestra resiliencia?
Reconocer nuestras capacidades y no dudar que podemos salir hacia adelante.
Estar siempre positivos y con la esperanza que, aunque la situación sea difícil, algún camino nos llevará hacia adelante.
Identificar las oportunidades que nos trae una situación de mucho reto para transformar una crisis en una oportunidad de crecimiento.
Buscar aquellas cosas que nos traen felicidad para crear un balance.
Los hijos pueden desarrollar la resiliencia a través de los padres/madres. Por eso es importante que nuestro decir sea consistente con nuestro hacer.
Nuestra cultura latina, posee muchos ejemplos de resiliencia. Los momentos difíciles han permitido que desarrollemos modos de seguir fortaleciéndonos de forma individual, pero también como comunidad.
No debemos confundir la resiliencia con conformismo. El conformismo es cuando aceptamos situaciones que no son favorables porque pensamos que no podemos cambiarlas. Por ejemplo, personas que se someten a abusos por tiempo indefinido porque no creen que tienen otras alternativas en la vida.
En la resiliencia, a pesar de que afrontamos situaciones difíciles, buscamos maneras de seguir desarrollándonos, no para solo aceptar, sino para transformar nuestra realidad. En la resiliencia no se aguanta o tolera porque no tengamos opciones. Hay un tiempo en el que estaremos enfrentando la situación, pero no de forma permanente y se identifican las maneras de sobrepasar y superar la crisis.
Espero que nos podamos conectar con la fortaleza interior que tengamos y sigamos cultivándola. Recuerden que esta información no sustituye una consulta con un profesional de la salud emocional.
Para mayor información pueden llamar al 984-974-3795.