El orden es un hábito que es enseñado en casa. Como cualquier otra costumbre, su enseñanza requiere de tiempo y de mucho trabajo. Sin embargo, cultivarlo es altamente beneficioso para el desarrollo exitoso de los niños en cualquier ámbito de su vida. En oportunidades, pareciera más cómodo hacer todo por ellos. Debido al agite característico de la vida actual, se dispone de poco tiempo para esperar a que los niños hagan las cosas. Mucho menos, se tiene tiempo para lidiar con los accidentes que surgen a raíz de su actuación independiente. No obstante, al hacer todo por ellos, el desarrollo de su autonomía se ve quebrantado. Cuando los niños sienten que tienen la capacidad de hacer las cosas solos, el concepto que desarrollan de sí mismos es más positivo y por tanto se sentirán más capaces.
Por otro lado, el seguir un patrón sistemático para hacer las cosas en su vida cotidiana, contribuye al desarrollo de estructuras mentales más organizadas y favorece al desarrollo de la memoria. Esto se debe a que, cuando se mantiene un orden, las cosas se hacen de forma consciente e intencionalmente. Vivir en orden permite tener en claro los recursos de los que se dispone. En la memoria están almacenados los espacios en los que pueden estar los objetos que se necesitan, el tiempo libre del que se dispone, y los pendientes por hacer.
Desde pequeños, los niños puede realizar tareas sencillas que contribuyan al desarrollo de este hábito. Entre los dos y los tres años, los niños ya han desarrollado habilidades motoras y lingüísticas suficientes como para cumplir con pequeños comandos. Resulta beneficioso comenzar desde temprana edad a cultivar este hábito. A medida que los niños crecen sus estructuras cognitivas se tornan más rígidas. Si ellos crecen habituados a recoger, lo harán más frecuentemente. Por el contrario si crecen acostumbrados a que otra persona recoja su desorden, el orden será algo extraño. A continuación se presentan algunas pautas para fomentar el orden en los niños:
1. Establezca las responsabilidades de los niños:
Para hacer esto puede servirse de una pizarra, cartel o cualquier superficie en donde pueda apuntar sus responsabilidades. En el caso de que no sepan leer puede ayudarse con dibujos que ilustren lo que debe hacer queden reflejados los tiempos en los que deben ser cumplidas cada una de ellas. Así mismo puede registrar si fue cumplida o no y el progreso del niño. Lo más importante es que el niño sepa cuáles son las labores que debe cumplir y en qué momento lo debe hacer. El tiempo juega un papel protagónico en el desarrollo de la virtud del orden.
2. Defina bien el lugar de cada cosa:
Este lugar no solo debe conocerlo el niño, sino todos los miembros de la familia. El orden es un hábito que contribuye al bienestar de todos en el hogar. Probablemente al niño le tome cierto tiempo para aprender los lugares establecidos para cada cosa. Por eso, acompañarlo mientras recoge, ayuda a facilitar este proceso. Es importante recordar que acompañarlo no es hacerlo. Así mismo, el lugar para sus cosas debe estar a su alcance, resulta imposible que un niño recoja sus cosas si no puede acceder a ellas. Negociar con él el lugar en donde deberá colocar cada cosa es conveniente para hacerlo parte del proceso.
3. Sea un modelo:
Los niños aprenden copiando lo que observan a su alrededor. No se puede esperar que los niños sean ordenados, cuando lo que ven a su alrededor es desorden. Este debe ser un hábito común y cercano al ambiente del niño.
4. Establezca rutinas:
Es más probable que el niño sea ordenado cuando sabe qué es lo que tiene que hacer. Establecer pequeñas rutinas para cada actividad en su día a día ayudará a cultivar el orden. Por ejemplo, cada vez que se vaya a bañar, invitar al niño a poner la ropa en el cesto. Así mismo cuando termine de comer, pedirle al niño que lleve su plato al lavaplatos. Lo más importante es que se siga una secuencia lógica e inmediata. Dejarlo para después es alimentar el desorden. El nivel de exigencia debe ir en aumento considerando la edad y las características del niño. Cuando ya alcance el lavaplatos, se le podría pedir que lave su plato, por ejemplo.
5. Evite los estereotipos:
Enseñar a su hijo que es responsabilidad de las mujeres cocinar, limpiar y recoger, probablemente lo exima de ciertas responsabilidades. Recuerde que los padres son un modelo a seguir. Todos los miembros de la familia deberían participar de todas las actividades, o por lo menos no asignarlas a alguien en específico. El orden es responsabilidad de todos.
Los padres deben ser pacientes. El cultivo del orden requiere de constancia. Si un día se le exige al niño ser ordenado y al siguiente no, éste entenderá que no es necesario o importante. El orden facilita la ejecución de las tareas de la cotidianidad y resulta más apropiado no hacerlo ver como un castigo, sino como una forma de generar bienestar.
Para más información consulte:Home Instruction for Parents of Preschool Youngsters