Vivimos en una sociedad donde todo parece resolverse con dinero, fuerza y poder; muchos creen que con tener esas tres cosas ya están completos y de ahí en adelante ya no hay nada más que hacer; sin embargo cuando vemos estas personas de cerca, encontramos que sus vidas son frías, vacías y solitarias.
Jesús, nuestro maestro de todos los tiempos, dice que: “es mejor dar que recibir”. Existen un sinnúmero de maneras de dar, pero en esta ocasión hablaremos de dar nuestro tiempo, ya que es una de las posesiones más valiosas que Dios nos ha dado.
Una vida egoísta
En la Biblia aparece la historia de un hombre que sembró y cultivo muchos frutos, cuando toda la cosecha había sido recogida por sus trabajadores, pensó y dijo: “¿Qué haré porque no tengo donde guardar mis frutos? y entonces pensó y dijo: ¡Ah ya sé! voy a destruir mis graneros y los edificaré más grandes y ahí guardaré todos mis frutos y mis bienes, y diré a mi alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años, ahora reposa, come, bebe y regocíjate. Terminando de decir eso, oyó la voz de Dios que le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma y lo que has provisto ¿de quién será?”
Cuando analizamos esa historia, nos damos cuenta de que este hombre era totalmente egoísta. No pensaba más que en él y su bienestar, ni siquiera en sus trabajadores que habían sido los que habían sembrado, cuidado y recogido el fruto.
No pensó en los que tenían menos que él en su ciudad, quizás darle algo a los hambrientos y repartir su ganancia extra entre los pobres. Sino que todo lo tomo para él y se gozó con él mismo, no involucró a nadie más para celebrar sus cosechas.
Dios se indignó tanto con la actitud de este hombre y su arrogancia, que no le permitió disfrutar de lo obtenido.
El tesoro del tiempo
La pregunta para ti es, ¿qué es lo que Dios te ha dado? ¿qué puedes compartir con los demás? Tal vez no tengas dinero y tal vez no tengas riquezas terrenales, pero sé que algo tienes, que quizás puede ser para beneficio de otros: tiempo.
Cuando tu corazón se dispone a servir, a dar y a compartir; algo maravilloso ocurre, y es que tu comienzas a recibir más, muchas veces no sabes ni de dónde viene, pero es como un milagro, las cosas se comienzan a dar por sí mismas.
Lo más maravilloso es que cuando tu dejas de concentrarte en tus propios problemas y te concentras en otros con necesidad, tus problemas se vuelven más llevaderos y menos pesados. Te sientes alegre y contento, porque en ayudar a otros encuentras que ellos están llevando mayor carga que la que tú llevas.
Puedes ayudar a otros
Una de las posesiones más valiosas que Dios nos ha dado es el tiempo, y aunque hoy uno de los problemas creados por la cultura es la falta de tiempo, creo que si controlamos bien lo que hacemos, veremos que tenemos mucho más tiempo que el que creeremos, y ese tiempo extra lo podemos usar para el bienestar de los demás.
Puedes ser voluntario en la escuela de sus hijos, en una Iglesia, en una organización comunitaria, o puede servir en un albergue para los desamparados, o simplemente llamando a una personas que sabemos esta sola y necesita una mano amiga.
Busca un lugar para servir y Dios te bendecirá aún más allá de lo que crees que puedes ser bendecido.