La gastronomía mexicana es reconocida en todo el mundo como una de las más ricas. Todo el territorio nacional cuenta con platillos tradicionales que han rebasado fronteras, gracias al sincretismo entre la cocina prehispánica y la cocina española.
Y es justo de la cocina prehispánica que ha llegado hasta nuestros días un platillo que lo mismo se puede comer en el desayuno diario o en las fiestas mexicanas, el tamal.
La palabra tamal viene de 'Tamalli', que en náhuatl significa 'envuelto'. Pero el platillo no era exclusivo del pueblo Mexica, sino que se degustaba en otras regiones de Mesoamérica.
'Los tamales eran una comida bien conocida en estos países, y muy usada, especialmente por los indios; son unos 'pastelitos' de masa de maíz, rellenos de diversos guisados de carne y pescado en figura de bollo, envuelto en las mismas hojas de las mazorcas del maíz, y cocidos dentro de una olla de barro sin agua', señala el historiador novohispano Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, en su obra 'Historia antigua de Méjico'.
Fray Bernardino de Sahagún, en su 'Historia General de las cosas de Nueva España', sugiere que los mexicas fueron los que llevaron los tamales a otras regiones del mundo prehispánico pues era un alimento común en su pueblo.
'Comían también tamales de muchas maneras; unos de ellos son blancos y a manera de pella, hechos no del todo redondos ni bien cuadrados (...), otros tamales comían que son colorados.'
Los mexicas los rellenaban de carne de pavos, flamencos, ranas, ajolotes, conejos y pescados, como relleno de las hojas de maíz, además de otros ingredientes como calabaza, frijoles y chile.
Los tamales eran comidos en las fiestas religiosas para honrar la fertilidad de la Tierra y para recordar a sus muertos. Se cocinaban en de manera comunitaria en esas celebraciones.
Con 500 años de antigüedad y enriquecidos por la llegada de nuevos ingredientes y recetas, los tamales son y seguirán siendo un manjar de la gastronomía.