Lamentablemente el castigo corporal es una estrategia disciplinaria que aún se utiliza en la cultura latina, como en muchas otras. Más de 6 de cada 10 personas aseguran haber sido castigada físicamente en la niñez y hasta entrando la adolescencia.
El castigo corporal se define como el uso de la fuerza física con la intención de causarle al niño que padezca de dolor, pero no de lesiones, a los efectos de corregir una conducta indeseada. Ejemplos de castigos físicos pueden ser golpes con la mano o con un objeto, las nalgadas, u tirón de pelo u oreja.
En comparación con el abuso físico, por definición, el castigo corporal no produce lesiones físicas, por lo menos visibles. Sin embargo, esta diferencia no es consistente porque todo castigo, visible o no causa lesión en algún grado. A mi modo de interpretar, todo castigo corporal tiene el potencial de convertirse en abuso por el diferencial de poder ejercido por el padre o guardián respecto del niño.
Riesgo de conductas agresivas
Numerosos estudios realizados en las últimas décadas han encontrado serias consecuencias nocivas en el uso de castigos corporales y que estas persisten en el niño, luego en el adulto, independientemente si el castigo físico fue utilizado por padres afectuosos y cuidadosos o por padres negligentes.
Usualmente el castigo físico va acompañado de una intervención incluso más perjudicial para el niño, que es la agresión psicológica. El castigo físico en la infancia se asocia con trastornos mentales en la edad adulta tales como la depresión y el aumento de conductas antisociales y de conductas agresivas y delincuentes independiente de cualquier historia de abuso y la frecuencia de los castigos físicos.
En niños que han sido castigados físicamente y que luego padecían de depresión, se halló que el nivel de la ira de los padres (la agresión psicológica) durante el castigo corporal era el predictor más fuerte de la
depresión.
No es un método efectivo
En términos de eficacia como método de disciplina, la Academia Americana de Pediatría ha declarado que el castigo corporal es de eficacia limitada y tiene efectos adversos potencialmente perjudiciales en el niño
, pues promueve el cumplimiento con la conducta deseada en el corto plazo basada fundamentalmente en el miedo o por el deseo de evitar otro golpe, más que por entender lógicamente las consecuencias de su conducta.
Asesorar a los padres acerca de utilizar métodos de disciplina que excluyan el castigo corporal a los niños es complejo, particularmente cuando la cultura, la propia experiencia de los padres y la enseñanza religiosa interfieren.
Sin embargo, informar a los padres acerca de la relación entre el castigo corporal y el aumento de conductas agresivas, conductas criminales, incremento de problemas mentales de adultos y de comportamientos antisociales podría animar a algunos padres a aprender estrategias de disciplina que excluyan al castigo físico en los niños.