A medida que avanzan los días, el gobierno abre más las puertas de las tiendas, parques, y otros lugares públicos. Sin embargo, el cuidado y la precaución no se deben de olvidar, ya que uno mismo debe de ser su propio vigilante
que cuide constantemente por su salud personal y la de la familia, especialmente si entre su familia viven ancianos o personas con enfermedades crónicas.
Martha y toda su familia vivían en Miami, Florida. Martha y su esposo padecían de diabetes y cuidaban a una nietecita de ocho años, entre ellos también vivía su joven hijo, Carlos, quien tenía muchas amistades y le gustaba pasar tiempo con sus amigos.
Pese a las noticias, ordenanzas y recomendaciones del gobierno de no tener reuniones con muchas personas, ni estar en medio de mucha gente, Carlos desobedeció, lo invitaron a una carne asada en la playa con un grupo de amigos.
Él no pudo resistir la tentación de alegrarse y pasar un día alegre con sus queridos amigos y conocidos; el problema de Carlos fue que se olvidó que sus padres, donde él vivía eran vulnerables al coronavirus.
Varios días pasaron de aquella fiesta en la playa, cuando una mañana Carlos amaneció con fiebre y una fuerte tos seca, lo llevaron al hospital, y ahí le detectaron el nuevo coronavirus.
Dos días después la mamá estaba también enferma e inmediatamente su papá y su hermana también se enfermaron. La noticia vino a la familia que la mamá de Carlos, Martha, había fallecido y luego de dos días murió también su papá. Para dolor de su familia en Carolina del Norte, unos días después también murió Carlos y su hermana estuvo al borde de la muerte, pero pudo recuperar después de semanas de batallar con la enfermedad.
Conozco a la familia de Martha, la cual llora la trágica muerte de tres de sus miembros en el lapso de dos semanas.
Entendemos que todos ya estamos cansados del encierro y de las limitaciones que fueron impuestas de un día para otro, y que de repente, cuando nos dicen que ya podemos ir aquí y allá, nos desesperemos y así como Carlos con ansias de vivir, nos olvidamos de los peligros que aguardan a la salida de la casa.
Creo que aun cuando ya hay lugares abiertos, uno mismo debe ser el vigilante personal de nosotros mismos y de nuestras familias y no olvidarnos siempre de guardar la distancia con personas.
Todavía no es el momento de salir en grupos de más de diez personas, además si es posible, usa una mascarilla para cubrir tu boca y nariz para evitar contagiar y ser contagiado.
Es importante lavarte las manos, cuando vengas de afuera, antes de comer y antes de irse a dormir. Trata de mantener tu casa, tu carro y tu ropa limpia y nunca bajes la guardia, aun si se abre todo a tu alrededor; si tú haces eso, yo, y todos los que lean esta columna, entonces quizás habremos salvado mucha gente de enfermarse y aun morir.
Es importante acercarse a Dios en este tiempo de incertidumbre y orar constantemente, ya que el enemigo silencioso, sigue asechando sin ser detectado, ni haberse todavía hallado la cura para este mal; por eso no debemos bajar la guardia con nuestra adoración a Dios y a nuestra comunicación con Él, pidiendo su ponto socorro y liberación de toda enfermedad en nuestros cuerpos y los de nuestros seres queridos.
Para las últimas informaciones locales y en español sobre el coronavirus en Carolina del Norte, visite a La Noticia.