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Hace poco la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó el Informe Mundial de la Felicidad 2017, el cual analizó la situación de 155 países. Este es un interesante referente para reflexionar en la manera cómo concebimos la felicidad desde una perspectiva individual y colectiva.

Según el reporte, cinco países nórdicos, encabezados por Noruega, son los más felices del mundo. En nuestro continente Canadá ocupa el 7mo puesto, Costa Rica está en el 12do lugar, mientras que Estados Unidos llegó al puesto 14, cayendo un lugar en comparación con el año pasado. Por su parte Chile se ubicó en el puesto 20, Brasil en el 22, Argentina 24 y México 25.

Entre los lugares menos felices del mundo se encuentra Venezuela en la posición 82. Honduras se ubicó en el puesto 94 y Haití en el 145.

¿Qué hace a un país más feliz que otro? Más allá del aspecto cultural o de las percepciones filosóficas sobre el tema, el estudio basó sus conclusiones en algunos indicadores generales, como: ingreso per cápita, expectativa de vida, gobierno (nivel de corrupción y de libertad), generosidad y apoyo social de las instituciones privadas y gubernamentales, etc.

El informe ofrece un dato interesante, la riqueza de un país, si bien es importante, no es un factor determinante a la hora de medir el bienestar emocional de la población. El documento cita dos ejemplos:

En Estados Unidos el ingreso per cápita subió durante la última década, pero los índices de felicidad bajaron un 5 % en ese período. El informe agrega que pese a que el discurso político en Estados Unidos se centra en el crecimiento económico, el nivel de satisfacción de sus habitantes no ha aumentado desde la década de los años 1960.

Por su parte China, el gran prestamista del mundo, país que realizó grandes avances económicos en los últimos años, se ubica en la posición 79. La gente allí no es más feliz ahora que hace 25 años, según el informe.

Ahora echemos brevemente un vistazo al país más feliz del mundo: ¿Le gustan las heladas noches de invierno? Mientras que en América a muchas personas las deprime el clima helado, los noruegos no se complican con este tema, pese a que tienen cada año entre 7 y 8 meses de invierno, la mitad de los cuales viven días sumamente cortos y largas noches con temperaturas que pueden llegar a los -9.4F (-23C).

El principal producto de exportación de Noruega es el petróleo y sus derivados, pero desde finales del año 2014 los precios del petróleo han caído y se mantienen bajos. Con un clima así y sin mayor repunte económico ¿qué tienen los noruegos que nosotros no?

Quizás la clave se encuentre en una filosofía adoptada en los países nórdicos (especialmente Dinamarca) llamada “hygge”, un concepto difícil de traducir pero que puede resumirse en la idea de abrigarse, ponerse cómodo y hacer de cualquier sitio un lugar acogedor, pese a las adversidades del clima.

El “hygge” no es una oda al conformismo, los nórdicos saben que el invierno llegará, por tanto trabajan, se preparan y se abastecen para cuando bajen las temperaturas.

Esta es una fascinante lección. La vida está llena de momentos difíciles, no podemos pretender que nunca llegarán esas tormentas, pero lejos de angustiarnos, debemos prepararnos y tratar de estar listos, esto requiere disciplina. Una vez que la tormenta arrecia, y pese a que hay cosas que pueden estar fuera de nuestro control, al menos podemos esperar que pase el temporal al calor del hogar que hayamos construido.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com