"Humildemente ruego perdón por la maldad cometida por tantos cristianos contra los pueblos indígenas", dijo el papa Francisco en nombre de la Iglesia católica por los abusos en internados que sufrieron los nativos.
Producto de la "devastadora" política canadiense de obligar a niños indígenas a educarse en internados se separó a niños de sus padres y mermó a generaciones nativas enteras con duras repercusiones.
Es por ello que Francisco sintió el deber moral de emprender un "peregrinaje penitencial" a Canadá. Con ese viaje espera abrir una etapa de reconciliación con los pueblos indígenas y permitir que las víctimas sanen.
El papa asumió responsabilidad por la cooperación institucional de la Iglesia a la "catastrófica" política de asimilación, que según la Comisión de Verdad y Reconciliación de Canadá constituyó un "genocidio cultural".
Así recibieron al papa en su discurso de perdón a indígenas de Canadá
Francisco llegó el domingo a Edmonton, donde lo recibieron representantes de los tres principales grupos indígenas de Canadá —Primeras Naciones, Metis e Inuit— junto con dignatarios políticos y de la Iglesia. En la ceremonia de bienvenida, el pontífice besó la mano de una sobreviviente de la escuela residencial, la venerable indígena Alma Desjarlais de las Primeras Naciones de Frog Lake, un gesto de humildad y respeto que él había hecho antes, cuando se reunió con sobrevivientes del Holocausto.
Tras la ceremonia con tambores y cánticos tradicionales, el papa rezó en silencio mientras salía el sol después de una mañana lluviosa.

Muchos de los asistentes vestían atuendos tradicionales, como faldas y chalecos con adornos tribales. Otros vestían camisas anaranjadas, que se han convertido en símbolo de las víctimas con base al relato de una mujer que recordó que cuando llegó al internado le quitaron a la fuerza la camisa anaranjada que tenía y que le había regalado su abuela, y la obligaron a vestir un uniforme.
El gobierno canadiense admitió que el abuso físico y sexual proliferó en las escuelas cristianas financiadas por el gobierno que operaron desde el siglo XIX hasta la década de 1970. Cerca de 150,000 niños indígenas fueron separados de sus familias y los obligaron a asistir a esas escuelas. Pretendían aislarlos de la influencia de sus hogares, lenguas y culturas nativas y adaptarlos a la sociedad cristiana de Canadá.