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La crianza de los hijos es un proceso de continuo aprendizaje, sabiendo que no hay una fórmula mágica o una única forma correcta de criarlos. Muchos padres y madres usamos como punto de referencia la manera en que nuestros padres y madres nos criaron. En el mejor de los casos, vamos a querer repetir la disciplina que nos ayudó y vamos a descartar lo que nos causó dolor. Como cada padre y madre vienen de experiencias de crianza diferentes, es importante que haya un diálogo de ambos padres sobre cómo quieren criar a sus hijos.

Un aspecto que puede ser un reto es el encontrar un balance entre: prácticas de protección que ayuden a los hijos a sentirse seguros y prácticas de sobreprotección que pudieran contribuir a que los hijos se sientan inseguros.

Las decisiones que tomemos para un hijo deben estar basadas en las fortalezas y retos individuales de cada hijo. Establecer una regla común para todos pudiera ser no muy útil para algunos.

Aunque no hay una regla universal de cuándo los hijos están listos para hacer ciertas actividades hacia una mayor independencia, si tenemos unos criterios que nos pueden ayudar a determinar si mi hijo esta listo para intentar ciertas actividades, especialmente en edades tempranas.

Comunicación

Algunos padres usan como referencia si el niño puede hablar para comunicar cómo se siente con una experiencia determinada. Este punto de referencia nos permite saber si el niño se siente bien o si hay algo que le incomoda o le da miedo.

Madurez

Aunque en niños pequeños no podemos ver un desarrollo total de madurez, podemos usar de referencia la comodidad con la que nuestro hijo se desenvuelve en contextos sociales y familiares.

Este punto de referencia nos pudiera dar una idea básica de cómo se desenvolvería en un contexto social fuera de nuestra supervisión, por ejemplo, cuando estamos tomando decisiones sobre cuándo está listo para un programa preescolar.

Personalidad

Hay niños que se sienten más cómodos que otros haciendo actividades que son nuevas o que les gusta tomar riesgos. Para estos niño, limitarlos en sus posibilidades pudiera ser frustrante.

Un ejemplo: el bus escolar

Por último, hay actividades que están estructuradas socialmente, por lo que eso nos daría una idea de que es una posibilidad para nuestro hijo. Por ejemplo, la transportación escolar colectiva, es una actividad que socialmente está aprobada.

Aunque la decisión de enviar a un hijo en un bus escolar, va a depender de múltiples factores, como el de las diferencias individuales que acabo de mencionar, el hecho que las autoridades escolares ofrezcan ese programa, puede ser una señal inicial de que es razonable enviar a un niño en el bus escolar.

Por otro lado, recuerden que se puede hacer un experimento para ver cómo funciona y si en algún momento alguna situación produce preocupaciones, por asuntos de seguridad, entre otros, siempre podemos re-evaluar la decisión y tomar otras decisiones que mejor funcionen para su hijo o la familia. Recuerden que esta información no sustituye una consulta profesional. Para mayor información pueden llamar al 984-974-3795.

Mae Lynn Reyes-Rodríguez, Ph.D. Psicóloga Clínica e Investigadora Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill Departamento de Psiquiatría