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Foto de una niña con su mamá y abuela.

Toda familia ha estado formada por un grupo de gente bien importante para todos. Entre ellos tenemos a los padres, hermanos, tíos, tías, sobrinos, primos y claro que sí, los abuelos. A través de la historia los abuelos han jugado un papel muy importante en la vida de los nietos.

Desde siempre los abuelos han sido parte integral del desarrollo de la familia. En muchas tribus antiguas los abuelos casi siempre eran los jefes, ellos han sido y son respetados por la posición que ocupan en la familia de ser los padres de los hijos y luego el abuelo de los hijos de los hijos. Ellos han sido categorizados como la máxima autoridad en una familia por el amor que comparten con sus descendientes y por la experiencia que han obtenido a través de la vida.

Un abuelo o abuela que ama a sus nietos y les enseña, es también una persona amada y respetada por sus nietos. Usualmente los abuelos que como padres eran muy estrictos con sus hijos, se vuelven un poco suaves con sus nietos y muchas veces dejan pasar travesuras que tal vez a los hijos no se les dejaba pasar por ningún motivo.

También a medida que pasan los años y los hijos ya crecieron, las responsabilidades de proveer para su familia ya ha pasado y sus nietos están ahí sólo para ser disfrutarlos, darles amor, contarles historias y compartir conocimientos que les parece que son buenos para el avance de la vida de sus nietos.

Yo personalmente recuerdo con mucho amor a mis abuelos, especialmente a mi abuelita Herminia, la mamá de mi mamá. Ella era una mujer muy fuerte, la recuerdo con sus faldas largas que le llegaban a los tobillos, vivía en una finca fuera de la ciudad, donde a mi me gustaba pasar siempre parte de mis vacaciones, mi abuelito Eduardo, ya había muerto y mi abuelita tubo que seguir manejando la finca.

Recuerdo las veces que me corrigió y las enseñanzas de vida que aprendí de ella. Su casa era como un refugio para muchos, la casa tenía unos corredores amplios donde muchas veces vi quedarse a los carreteros que transportaban las frutas o alimentos a la ciudad.

Me enseñó a amar la naturaleza y el amor al prójimo sobre todas las cosas, siempre tenía un bocado de comida para aquel que pasaba con hambre por aquel lugar. Si me pusiera a escribir de mi abuelita, creo que tendría que escribir un libro.

Muchas veces me he puesto a pensar y he echo un análisis de la violencia y el desorden de los jóvenes de hoy y he pensado, ¿no será que los abuelos han desaparecido? ¿No será que los niños ya no tienen ese segundo aprendizaje que es tan vital para sus vidas, el cual es pasado a los hijos y a los nietos? ¿Será que los abuelos no se están tomando el tiempo para estar con sus nietos y pasar más tiempo con ellos?

En la Biblia hay una historia muy bella de un joven ferviente y ayudante del Apóstol Pablo, llamado Timoteo, el cual cuando Pablo le escribe una carta le dice que le da gracias a Dios por la fe, fuerte de Timoteo la cual se le fue impartida a él y a su mamá de parte de su abuela Loida, quien le enseñó en su niñez a confiar en Dios de todo corazón. Fue a los pies de su abuela que el aprendió verdades acerca de Dios que nadie más se las pudo enseñar.

Eso hizo que Timoteo fuese no sólo fuerte en su fe a creerle a Dios pero también ha ser un hombre más piadoso con los que no conocían de la palabra de Dios.

Pidamos a Dios que hayan más abuelos que quieran enseñar y amar a sus nietos, así vivirán esos muchachos vidas más seguras y aprenderán verdades y destrezas que solo un anciano de días puede impartir. Si ya es abuelo, trate de estar más cerca de sus nietos, mímelos, aconséjelos pero más que nada ámelos con todo su corazón.

Por tres décadas ha servido en su ministerio pastoral y en la organización Jesus Ministry. Presidenta de la Federación de Iglesias Cristianas. Autora del libro: El encuentro que me transformó