A inicios de año la Reserva Federal, la Fed, empezó a barajar el naipe y abrió la posibilidad de empezar a bajar las tasas de interés. Sin embargo, pocos días atrás la Fed se retractó y anunció que las tasas no bajarán todavía, aunque no descarta que puedan bajar en alguna parte del 2024. ¿Qué significa esto?
Sobre esto ha existido un amplio debate desde febrero del 2022 hasta la actualidad, porque desde ese entonces la tasa de interés tuvo un crecimiento casi que exponencial hasta agosto del 2023, y desde ahí hasta la fecha no ha bajado. Pero, ¿por qué este tipo de decisiones recogen la atención de los hogares americanos?
La caída y alza de las tasas de interés
Recordemos, allá por el 2008, cuando la crisis hipotecaria afectó significativamente la economía americana, la Fed dio a luz a algo que denominó “Quantitative Easying” (QE). Básicamente, la Fed decidió bajar la tasa de interés a un casi 0 %. Esta política principalmente buscó reactivar la economía americana para detener la caída que se avecinaba en aquel momento.
Por una parte, bajar las tasas al 0 % generaba un estímulo para invertir privadamente al aumentar el valor presente de las inversiones, lo cual obviamente impulsaba la dinámica económica y su crecimiento. Por otra parte, cuando la tasa de interés es casi igual a cero, no hay incentivo para ahorrar recursos para el consumo de mañana, ya que la sola inflación haría que ese dólar ahorrado, en un año, sirva para consumir menos de lo que pudo haber consumido hoy. Con esto descrito, la QE estimulaba también tremendamente el consumo de los hogares en el corto plazo, lo cual desencadena en una espiral de crecimiento económico adicional.
Esto, más allá de lo expuesto, es parte ya de la memoria colectiva americana. Por ende, es de conocimiento común que cuando las tasas de interés tienden a subir, es muy posible que la producción nacional decaiga y con ello también el empleo. Es por esta sencilla razón que hay una creciente atención de gran parte de la población, cada vez que la Fed emite señales de disminuir las tasas de interés; sabe que el empleo podría aumentar.
Sin duda, hay consciencia de que la escalada inflacionaria reciente pudo haber afectado severamente su poder de compra y por eso, la decisión de incrementar tasas de interés fue aceptada sin chistar, entendiendo que eso era como aquella medicina que, aunque amarga, quizá era lo necesario en ese momento. Lo cierto, es que después de ya algún tiempo de su suministro, la sociedad y su economía necesitan algo diferente. Aún más, esto es tan así, cuando los datos no favorecen el relato oficial.
En la práctica, aunque la crisis hipotecaria y la del COVID-19 muestran un repunte similar en la tasa de inflación y convergen posteriormente a una disminución luego de las acciones de la Fed, lo peculiar en todo esto es que en ese entonces se escogió bajar las tasas de interés, pero en esta ocasión se selecciona lo opuesto.
Entonces, ¿sigue siendo racional para la economía mantener las tasas de interés en donde están?