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Silvia Sánchez y su esposo dejaron atrás a sus seres queridos y su vida en México hace 25 años, con la esperanza de salvar a su hija Jessica. Poco antes de cumplir un año de edad, los especialistas en su país natal no le daban sino tres meses de vida debido a su diagnóstico de espina bífida e hidrocefalia.
Este 23 de febrero, Jessica cumplirá 26 años gracias a una cirugía que le hicieron en Estados Unidos que le salvó la vida.

El Hospital Shriners para Niños, en Greenville Carolina del Sur, patrocinó los innumerables gastos médicos de Jessica a lo largo de su infancia. Pero al cumplir 18 años y ser considerada adulta, la ayuda terminó.
“Para ellos es adulta y es independiente pero para nosotros sigue siendo niña porque continúa nuestra misma responsabilidad”, explica Sánchez, refiriéndose a la condición médica de Jessica y la cantidad de atención que aún requiere.
Al ser indocumentada y no tener un número de Seguro Social, Jessica no tiene acceso para beneficios federales de discapacidad, tampoco califica para la mayoría de los seguros de salud privados. Aún si la aceptaran, asegura la familia que no podrían costear un seguro privado.
Al menos la falta de un Seguro Social podría ser suplida si obtiene los beneficios de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por su sigla en inglés), pero debido a múltiples complicaciones médicas, y la incertidumbre en superarlas, Jessica no pudo solicitar DACA en el 2012, pese a que como graduada con honores de la secundaria Vance en Charlotte, cumplía con todos los requisitos.
Cuando finalmente pudo iniciar el proceso, el entonces presidente Donald Trump anunció que terminaría el programa. Por tanto, el Servicio de Inmigración y Ciudadanía dejó de aceptar nuevas solicitudes.

Después del vaivén legal de DACA entre 2017 y 2020, Jessica finalmente podrá someter su solicitud. Si logra cumplir su sueño de estudiar, y convertirse en abogada o intérprete médica profesional, un trabajo que podría ejercer virtualmente y con poco esfuerzo físico, podría obtener un seguro médico privado por medio de un empleador.
“Nada más estamos (reuniendo) el dinero para (solicitar) rapidito DACA”, dijo Sánchez, quien ha estado haciendo rifas y vendiendo comida casera para pagar la tarifa de $410, más $85 por los servicios biométricos.
Para la familia Sánchez, esta solicitud es urgente. En febrero del año pasado, Jessica tuvo una cirugía de emergencia por una herida que no se cierra desde hace siete años, poniendo su vida en riesgo.
“Si ella estuviera trabajando pudiera pagar un seguro médico”, explica su madre.
El laberinto legal de DACA
Jordan Forsythe es abogada de inmigración en Charlotte. Ella dice que bajo el nuevo gobierno, los “soñadores”, como Jessica, tienen la esperanza de que se solidifique DACA.
El 4 de diciembre del 2020, un juez federal ordenó a la administración Trump que restablezca el programa, después de varios intentos de derrocarlo. Para el 7 de diciembre, el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS) comenzó a aceptar nuevas solicitudes para y restableció los trámites tal y como el programa fue concebido en el 2012.
“Cuando se restauró el programa, recibimos una enorme cantidad de llamadas y consultas. Aún ahora tenemos varias consultas pendientes con personas que van a solicitar (DACA) por primera vez”, dice Forsythe.
Según los datos más recientes del USCIS, entre el 14 de noviembre y el 31 de diciembre del 2020, más de 30,000 personas solicitaron para DACA. Entre ellos, 2,713 lo hicieron por primera vez y 28,821 buscaron renovarlo. Durante este período, sólo 174 solicitantes primerizos fueron aprobados, 121 negados, y 369 fueron rechazados, es decir, que les devolvió la solicitud por algún error o falta de documentación.
En contraste, en el mismo período, 61,844 solicitantes recibieron su renovación. Solo 326 fueron negados, mientras que 2,842 fueron rechazados. Esto ilustra la complejidad y la cantidad de tiempo que se tarda aprobar una solicitud por primera vez, respecto a una renovación.
Si es aprobada la propuesta migratoria de Biden, se priorizará a los beneficiarios de DACA, también conocidos como “soñadores o “DACAmentados” entre los grupos de inmigrantes que esperan recibir un estatus legal permanente. Con esta noción, se anticipa una gran demanda de abogados de inmigración por la cantidad de cambios en el sistema migratorio en los últimos cuatro años.
“Ya sea para nuestros casos de inmigración familiares, de empleo, o de defensa de deportación, la administración Trump desmanteló por completo lo que quedaba de un sistema migratorio que apenas funcionaba”, explica la abogada Forsythe, añadiendo que todavía hay mucha confusión sobre las políticas migratorias.
Esperanza, cautela y rendición de cuentas
Laura Garduño es una activista que trabaja alrededor del estado con grupos como Siembra NC y Mijente. La inmigrante, de 35 años, nació en México y ha vivido la mayor parte de su vida adulta en Carolina del Norte, desde 1997. Ella misma tiene DACA, pero dice que la meta no es sólo fortalecer el programa, sino volverlo una oportunidad para obtener la ciudadanía.
“No quiero estar en DACA permanentemente. Ese no es mi sueño. Sabemos que hay muchas cosas que la administración de Biden debe hacer con respecto a la inmigración, como muchas otras cosas, pero esto ha sido una pesadilla”, dijo Garduño.
Otro aspecto que le preocupa del nuevo gobierno es que esté comenzando en medio de una segunda ola de la pandemia del COVID-19 y que las políticas de inmigración no reciban atención inmediata.
“Se siente como en 2009 de nuevo. El entonces presidente Barack Obama dijo que haría algo sobre inmigración en los primeros 100 días, pero tuvo una crisis nacional, y este es el mismo escenario para el presidente Joe Biden”, dijo Garduño.
Para Silvia Sánchez y su familia, escuchar la propuesta migratoria de Biden y su orden para fortalecer DACA es esperanzador.
“Nos da una pequeña esperanza, una pequeña luz al final del túnel”, dice Sánchez. “Debemos organizarnos y exigir que no solo lo diga (sino) que lo haga.”