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En medio de una pandemia donde la gente está muriendo por grandes cantidades, donde las reuniones masivas son muy escasas, por temor al contagio, Dios permitió que celebráramos la primera conferencia de mujeres de sanidad interior en la ciudad de Charlotte.

No entendía por qué Dios me llamaba a hacer esta reunión, ya que pensé que por las circunstancias no íbamos a reunir un número tan grande de mujeres, pero el Señor tenía otro plan que no era el mío, y ya para las nueve de la mañana teníamos un grupo de 60 mujeres que participarían de un día distinto para ellas.

Las charlas con historias de lo que Dios puede hacer en la vida de las mujeres comenzaron a fluir. Para al medio día comenzamos a orar por las mujeres que traían un corazón lleno de dolor. Nunca pensé ver tanto dolor entre esas bellas mujeres.

Muchas han perdido familiares por el COVID-19, otras quedaron enfermas después de sufrir el coronavirus, otras con problemas en el hogar y más, pero me impactó el dolor de Teresa.

Madres latinas con el corazón quebrantado

Teresa tenía una hijita que estudiaba en la universidad con un futuro maravilloso y esperanza de ejercer su carrera cuando ella se graduara, pero una mañana su hija no se levantó y cuando ella la fue a despertar para que se arreglara y se fuera a la universidad, encontró que su hija estaba muerta.

 Al contar esta historia, esta madre derramaba sus lágrimas sobre mí, y pude sentir su dolor, la abracé con todas mis fuerzas y la sostuve hasta que ella abrió todo su corazón.

Oramos por ella y le pedimos a Dios que sane su herido corazón, no para que ella olvide a su hijita, sino para que Dios le dé consuelo y la paz que necesita para seguir adelante en la ausencia de su ser querido.

Me dio mucho gusto que cuando ella se despidió de mi, al final de la conferencia, su rostro era otro: lleno de paz y sereno, con una gran sonrisa en su cara, se fue a su casa con un sentimiento de paz.

En busca de paz y sanidad

No sé qué situación tú estés pasando en este momento, puede ser una de las circunstancias más triste de tu vida, pero quiero decirte que Dios es el que trae paz en medio de la tormenta que turba tu mente y tu corazón. Dios quiere sanar tus heridas y darte una nueva historia en tu vida para tu futuro.

Te recomiendo que ahí donde estás, que hables y platiques con el mejor amigo de las mujeres, su nombre es Jesús. Siéntate en algún lugar donde estés sola y comienza a hablar con él.

Derrama tu corazón y cuéntale las cosas más intimas que nadie sabe de tu vida, cuéntale todos tus temores, tus angustias y aún tus alegrías. Dile que te hable y te muestre el camino para tener un futuro mejor para ti, tu familia y los que te rodean.

Jesús es real y solo lo sabrás cuando te hagas su amigo, y para ser amiga de Jesús solo se obtiene desarrollando una relación. Hablarás con tu amigo cuando te levantes, cuando comas con Él, cuando vayas manejando, cuando estés trabajando y lo llevarás contigo donde quiera que vayas.

Cristo te ama y quiere esa relación íntima contigo, abre hoy tu corazón para que Él entre y se quede contigo.

Por tres décadas ha servido en su ministerio pastoral y en la organización Jesus Ministry. Presidenta de la Federación de Iglesias Cristianas. Autora del libro: El encuentro que me transformó