Karla se impulsa y salta hasta despegar sus pies del suelo a unas 26 pulgadas de altura. Golpea el balón con la largura de sus brazos hasta cimbrarlo del otro lado de la red y celebra eufórica, con la misma alegría que irradiaba en el rostro cuando su papá le llevaba flores después de cada concurso de baile cuando era pequeña.
No es un día cualquiera en la vida de Karla Del Castillo, quien hace apenas unos días recibió el mensaje que iluminó definitivamente el nuevo rumbo que tomará su destino.
A unas 700 millas de su casa en Royal Palm Beach, Florida, la joven latina de 18 años de edad nacida en Aguascalientes, México, comenzará su etapa universitaria en Greensboro College tras ganarse una beca deportiva gracias a sus poderosos saltos cerca de la red en el voleibol, deporte del que se enamoró a los 12 años de edad.
“Desde ahí ya nunca paré”, dice Karla en entrevista con La Noticia. “Fue medio difícil. Yo nunca jugué un deporte de equipo. Antes bailé, pero bailar es algo muy independiente. Por primera vez en mi vida tenía que aprender a trabajar en equipo, se me hizo muy difícil, más en un deporte como el voleibol que no puedes ganar en una sola persona, todo es en equipo”.
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Aunque ahora viste con licras, jersey y zapatillas con calcetas largas, de niña solía disfrazarse con lindos vestidos y maquillaje para bailar.
“Me gustaba mucho que mi familia me apoyara, que mi papá siempre me diera flores. Me gustó el sentimiento de ser parte de algo, desde ahí siempre quise ser parte de un grupo”, recuerda la adolescente.
El amor por el voleibol la impulsa al éxito
Fue entonces que esa necesidad de formar parte de un grupo le llegó cuando descubrió el voleibol, disciplina en la que comprendió que una constelación brilla más que una sola estrella.
“En mi segundo año en High School estaba jugando en dos equipos. Llegó un punto de mi vida donde estaba jugando voleibol todos los días”, dice Karla. “Cuando empecé fui un poco alta —comparadas con otras niñas— pero cuando pasó el tiempo se pusieron muy altas las otras niñas. Yo mido 5.8 y eso es muy bajita para una niña de voleibol. Tenía que aprender a brincar, a ajustarme, se me hizo difícil, pero me gustó tanto el deporte que no quería parar haciéndolo”.
Así, saltando pegada a una red encontró su hábitat natural. En gran parte, gracias a que su padre —quien fuera jugador de fútbol americano— le inculcó la pasión por el ejercicio, pero sobre todo, le inculcó la determinación por trascender.
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“Sí, desde chica mi papá me dio la oportunidad de escoger el deporte. Empecé a los 5 años jugando soccer, no me fue bien ahí. Después pasé al baile, ahí me quedé por unos cuatro años. Ya por fin decidí cambiar al voleibol. Mis dos hermanos y mi papá siempre jugaron deportes”, comparte.
El deporte es su centro
Y es que debido al espíritu nómada que caracterizó a su familia, Karla tuvo que acoplarse a distintos estilos de vida. Desde los 3 años vive en Estados Unidos y ha vivido en tres estados distintos, por lo que el deporte se convirtió en su guarida.
“Yo he vivido en muchos lugares. Nací en Aguascalientes México, viví dos años en Connecticut, no tanto tiempo, luego nos mudamos otros tres años a Arkansas. Y luego tengo 10 años viviendo ya en Florida, de chiquita viví en diferentes lugares”, enumera.
Karla nunca dejó de entrenar, hasta que la pandemia frenó de súbito su rutina y se vio obligada a encontrar nuevas formas de practicar y mantenerse activa.
“Llegó el COVID y se me fue, no jugué en unos 3 o 4 meses y lo extrañé, quería jugar deporte y cuando regresé, me di cuenta que este deporte es una parte muy importante de mi vida. Entrenaba con mi coach de la escuela de voleibol, cuando no lo hacía con ella hice ejercicio. Tengo gimnasio en mi comunidad y casa, así que cuando podía aprovechaba”, recuerda.
De los videos en YouTube jugando voleibol a Greensboro College
Gracias al énfasis que puso en sus entrenamientos adaptados para aminorar los efectos de la pandemia y a las redes sociales, donde su padre sacó provecho para dar difusión al talento de su hija a través de videos en YouTube, Karla tuvo la exposición suficiente para poder escoger entre distintas universidades hasta encontrar a Greensboro College, donde continuará su vida en el voleibol y la alternará con una nueva pasión: la psicología.
“Platicaba con mi papá hace unos dos años, que quería ir al colegio para jugar voleibol. Cuando decidí que sí quiero jugar voleibol en colegio, yo quería una escuela medio chiquita, mi hermano va en una Universidad en Iowa, él juega fútbol americano y le gusta mucho la escuela. Cuando decidí que iba a ir al voleibol por colegio, yo quería ir por Carolina del Norte”, asegura.
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Karla Del Castillo se apoyó en una aplicación que ayuda jóvenes a encontrar escuelas que están en busca de atletas y así descubrió a Greensboro College como una de las opciones más atractivas.
“Los contacté, les dije que me interesaba estar en North Carolina. Que, si podía hablar con el coach, me gustó mucho la escuela y decidí jugar ahí por los próximos cuatro años. El plan de estudios me interesó mucho porque ahí ofrecen un programa. Quiero estudiar psicología y en esa escuela llegan muchos proyectos que vas y estás interactuando mucho”, dice.
Greensboro la cautivó
Una vez que Karla acudió a visitar el campus de la universidad en el downtown de Greensboro, quedó cautivada definitivamente.
“Es una ciudad muy grande, que hay muchas escuelas, pero no me dio la oportunidad para visitarlo. Lo que yo vi, me gustó mucho”, asegura la voleibolista, quien tan pronto regresó a casa tras su viaje a Greensboro, esperó paciente el llamado.
“Estaba con mi familia, muy feliz, esperando de escuchar la escuela, y me hizo muy feliz. Honestamente me sentí muy aliviada, porque tenía ese estrés de cuál será mi colegio, de cuál va a ser mi plan. Ya en los últimos años de High School te empiezas a preocupar mucho. Ya por fin cuando supe la decisión, y escuché que me aceptaron, me sentí muy animada”.
En total, hay 1,122,224 de latinos en Carolina del Norte, que representan un 10.7% de la población del estado que es de 10,439,388. De hecho, con base en el último censo, el estado Tar Heel ocupó el tercer lugar entre los que recibieron la migración interna más alta del país, detrás de Florida y Texas.
Ahora, gracias a una combinación de Scholarships y Grant’s que cubrirá buena parte del costo de la carrera, Karla Del Castillo formará parte de esta creciente comunidad en Carolina del Norte.
“Me voy a mover solita, mis papás se quedarán en Florida. Empezaré mi nueva vida en Carolina del Norte”, dice. “Otras escuelas que estaba buscando, fue una en Charlotte que no se sintió como una escuela tradicional, o un colegio. Esta se siente muy tradicional, y tiene muchos deportes. Equipos de fútbol, basquetbol, soccer, eso me interesó mucho sabiendo que hay más niños como yo, eso me hizo sentir más cómoda para ir”.
Orgullosamente mexicana
Y aunque Karla dejó su natal Aguascalientes cuando era apenas una pequeña niña, ella presume sus raíces mexicanas siempre que puede. Pues es su esencia la que la hace ser especial dentro y fuera de la cancha de voleibol.
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“Cuando me preguntan les digo que claro que soy mexicana, siempre he sido muy feliz diciéndolo. Muchas personas no respetan que yo soy de México, muchas veces una vez al año voy a visitar México, me encanta estar en el lugar donde mis papás crecieron”, comenta Del Castillo, quien no descarta representar algún día a la Selección Mexicana de Voleibol. “Si tuviera la oportunidad, yo lo hago muy feliz”.