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La agonía del invierno borra del cielo el sol y pinta una capa de nubes en la bóveda celeste que nubla la mañana. Es un domingo temprano en Charlotte, donde el sonido constante del bote del balón y las zapatillas rechinando en la duela del gimnasio Mountain Island Fitness, se convierten en la más hermosa melodía para los amantes del básquetbol.

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Ernesto Maradiaga toma su micrófono y explica pacientemente una de las tantas reglas que aprendió con la misma naturalidad con la que se despierta religiosamente cada domingo para cerciorarse que el engranaje de la Carolina International Basketball Association (CIBA) funcione sin sobresaltos.

Assassins y Hornets se enfrentan en el domo ubicado en 10030 Callabridge Ct Charlotte, NC, con el latino de origen nicaragüense atento a cada jugada como si el orden del campeonato que creó que hace 18 años fuera un hijo suyo.

“Creo que me ha ayudado a acércame a la comunidad mucha gente conoce la liga. Ya oye de la liga CIBA como que es la liga hermana, porque es un ambiente totalmente familiar. Lo bueno de la liga es que hace 18 años los papás traían a sus hijos a que los vean jugar, hoy es al revés. Los papás ven a sus hijos a jugar”, dice Maradiaga a La Noticia.

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Desde pequeño, Ernesto se enamoró del baloncesto. Pero tan pronto migró a Carolina del Norte, notó que la comunidad latina no prestaba mucha atención a la disciplina de sus amores, por lo que decidió ser él quien liderara un proyecto unificador para impulsar al deporte ráfaga en el área de Charlotte.

“Siempre me he dedicado da deporte, nací en Nicaragua, desde pequeño estuve involucrado en el deporte y gracias a dios nunca me he visto en drogas y alcohol, en el deporte vives una vida bastante sana”, asegura.

“Pero hace 18 años mirábamos que todo el enfoque de la comunidad latina estaba en el fútbol. Sí se práctica más el fútbol en la comunidad latina, sobre todo aquí en Charlotte, pero también existe una gran comunidad basquetbolista. Muchos de estos jugadores han jugado en sus escuelas cuando eran pequeños, había una necesidad en la ciudad de Charlotte de crear una liga. Una idea que se me ocurrió hace 18 años”.

Fue así que la liga CIBA comenzó con solamente tres equipos, pero ha sido tal el esfuerzo de Maradiaga y los miembros del campeonato, que actualmente son 42 equipos los que conforman un torneo que se ha convertido en un bálsamo para los latinos.

“Nosotros comenzamos jugando en la calle porque no conocíamos cómo trabajaba el sistema con los centros comunitarios de la ciudad. Hasta que poco a poco fuimos rentando el local que está localizado en salida 7 de la 77 del Sur. Ahí fue donde comenzó la liga”, recuerda.

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“Ahora los 42 equipos están en tres divisiones, existe la segunda división B, segunda división A y primera división. Regulamos la cantidad de americanos y latinos. Por medio de un balón mezclamos tanta cultura, tanta raza, hay gente de todos lados. De México, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Venezuela. Es una mezcla de toda la raza en una cancha de básquetbol”.

Dani Narváez es originario de Puerto Rico y fue de los pioneros de la liga. Ahora, es su hijo de nombre Cristian Narváez quien ha tomado la estafeta familiar, y aunque comparten duela en CIBA Charlotte, latino es un interesante prospecto colegial que entre muchos jóvenes fue impulsado por la liga para encontrar un camino de éxito.

“(CIBA) ha ayudado a alejarse los vicios. He tenido la oportunidad de jugadores que han agarrado un camino diferente, ver el ambiente familiar ha ayudado a muchos jugadores y hemos buscado ayuda por medio de diferentes centros comunitarios para estos jóvenes que pasan por una etapa tan difícil, que pasan por muchas cosas en la calle que les afecta”, puntualiza Maradiaga.