Oswaldo Estrada era apenas un niño cuando aprendió a convivir con la violencia. Eran los tiempos en que el conflicto armado entre el ejército y el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso cimbraba desde las entrañas hasta la punta del pelo a la comunidad peruana allá por década de los 80. El vivir sin agua, sin luz y siempre alerta de algún atentado lo sensibilizó al grado de convertir ese profundo miedo que marcó su infancia en un megáfono para dar voz a las historias que se atascan en el limbo de la incertidumbre.
Nacido en California, Estados Unidos, Oswaldo tenía solo cuatro meses cuando se mudó al Perú junto a su familia, al ser el país de origen de sus padres. Ahí experimentó en carne propia todas esas vicisitudes descritas por el escritor uruguayo Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina (1971) y sufrió algunas de las formas de terror que Slavoj Žižek enunció en Violence (2007).
“Hay algo que a mí me ha marcado mucho”, dice el ahora escritor de 45 años en entrevista con La Noticia. “Como peruano viví en el Perú en la época de la violencia, en años 80 y principios de los 90. Todos los que vivimos en esa situación de guerra interna, tenemos algo que nos marca una huella que queda ahí”.
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En ese contexto de caos sistemático, Oswaldo regresó a Estados Unidos a los 14 años, ya siendo un adolescente. Y así se desató una marejada de nuevos desafíos que de igual manera marcaron su vida.
“Tener esa experiencia de inmigrante, aprender el inglés, reconstruir tu vida, haciendo otras amistades, otra manera de ser tú, de ser latinoamericano, para mí ha sido una experiencia fundamental”, expone Estrada. “Es perder un poco de tu identidad, esa guerra que vas perdiendo, pero que también vas ganando al mismo tiempo. Todos los que venimos a este país o a otras partes somos un poquito de aquí y un poquito de allá. Sabemos vivir en ese lugar intermedio”.
¿Quién es Oswaldo Estrada?
Pese a la adversidad, Estrada logró salir adelante. Tan pronto llegó del Perú, se asentó en California, donde aún viven su madre y hermanos. Su primer trabajo fue en Washington hasta que, de repente, surgió la oportunidad de trasladarse a Carolina del Norte. Y ahí encontró el equilibrio.
“Nunca imaginé vivir aquí, en el otro extremo de Estados Unidos. Ya llevo aquí más de 15 años, es el lugar donde he vivido más tiempo. Cuando recién llegamos nos mudamos de un lado a otro. Aquí es donde realmente siento mi casa en muchos sentidos”, dice.
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Actualmente, es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, donde enseña a sus alumnos todo eso que lo convirtió en un respetado escritor. En clase, procura transmitirles esa pasión genuina por expresar a través de palabras esos sentimientos provocados por lo inexorable.
“El latinoamericano que sale de su país siente esa nostalgia que recuerda tu casa cuando eras niño, de pronto por dos segundos quisieras ser ese niño. En tu barrio. Eso es algo que nos marca para siempre, ese sentimiento de pérdida que luego la transformas para ser feliz”, explica el catedrático. “Estoy enseñando un seminario de primer año para los estudiantes que recién llegan a Chapel Hill, Escribir con acento. Es una clase que enseño en inglés, pero es literatura latina o latinoamericana en traducción. Son muy jóvenes, varios son de primera generación cuyos padres no fueron a la Universidad. La misión de un profesor es tratar de guiar a los estudiantes para que se desarrollen sus propios sueños”.
Y es que, el cargar con los sueños frustrados de la familia suele ser una pesada loza que llevan a cuestas muchas de las nuevas generaciones de latinos en Estados Unidos, pues con el argumento de que deben responder a las exigencias de sus padres, quienes han hecho todo por impulsarlos en medio de una cultura distinta a la suya, en ocasiones se ven forzados a vivir una vida que no es para nada la que deseaban.
“’Yo tengo que ser el próximo médico de la familia’. A lo mejor no es lo que tú quieres ser. Nuestra misión, al menos la mía, es tratar de guiarlos a que encuentren su camino y que acepten quiénes son y aprendan a sentirse orgullosos de sus raíces. En demasiadas ocasiones ponemos a un lado nuestro origen para tratar de encajar en lo que se espera de nosotros. De que somos lo que somos. Toma tiempo llegar a este punto, pero como profesores somos muy privilegiados en poder acompañarlos y guiarlos”, afirma el maestro.
¿Qué son los International Latino Book Awards?
Gracias a ese constante interés por reivindicar a los latinos, Estrada ha publicado libros como El secreto de los trenes (2018) y tres colecciones de cuentos: Luces de emergencia (2019), Las locas ilusiones y otros relatos de migración (2020), así como Las guerras perdidas (2021), mismo que recién le valió la obtener la Medalla de Oro como Mejor Libro de Cuentos en Español en el International Latino Book Awards 2022.
“El Internacional Latino Book Awards son los premios más importantes en Estados Unidos para los que escribimos en español o en inglés, y nos conocemos como latinos”, comenta el galardonado escritor. “Siempre sorprende un premio porque uno escribe porque te gusta escribir, tal vez te imaginas un público lector, jamás te imaginas que vas a ganar el premio, ya ser finalista es un gran honor. Recibir la medalla de oro, recibir el primer premio es un agradecimiento maravilloso”.
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Por desgracia, Oswaldo Estrada no pudo asistir a la ceremonia de premiación en Los Ángeles, California. Fue así que tuvo que esperar algunas horas en las que la incertidumbre lo carcomió hasta que por fin pudo conocer el resultado final y estallar de júbilo.
“Ya estaba a punto de dormir y recibí una notificación de Latino Book, y entré a la página despacito, con miedo de que no quería acercarme ahí. Cuando vi mi nombre me puse a gritar, fue muy emocionante. Es un reconocimiento que me hace pensar que hay que seguir trabajando, hay que seguir escribiendo. Cuando uno tiene una pasión por algo, hay que apostar por eso y estar ahí trabajando”, dice sonriente.
¿De qué trata el libro Las guerras perdidas de Oswaldo Estrada?
El escritor de origen peruano escribió los cuentos que conformaron Las guerras perdidas desde hace más de una década, pues se trata de una colección de vivencias que construyen en conjunto una estremecedora obra que retrata la resiliencia de la comunidad latina con todos sus bemoles.
“Los cuentos los fui escribiendo a lo largo de varios años. Escribes la mitad de un cuento y lo dejas ahí. No te convence del todo. No sabes cuál es el lenguaje que vas a utilizar para contarlo. Lo que los une son los personajes, son inmigrantes aferrados a la vida. Muchos que vienen de Latinoamérica a Estados Unidos o Europa; hay muchos tratando de encontrar mejores trabajos u oportunidades. Decidí ponerle Las guerras perdidas porque es fácil contar las cosas logradas. Siempre ponemos en Facebook e Instagram las guerras que uno gana, lo difícil es contar las guerras que uno pierde. Y uno pierde constantemente como inmigrante, tratas de reconstruir tu vida. Con tus cosas que dejaste atrás. El libro trata de esto, de las pequeñas o grandes guerras que uno pierde día a día. En muchos casos hay una luz o una puerta de salida”, explica.
Estrada también ha editado el volumen Incurables. Relatos de dolencias y males (2020), con veinte autores latinoamericanos que viven en este país. Además, en 2020 obtuvo dos International Latino Book Awards y el Primer Premio de Testimonio de la Feria Internacional del Libro Latino y Latinoamericano en Tufts. En el 2021 fue finalista del Doris Betts Fiction Prize. Todo ello, con la inspiración como su mejor aliada.
“La inspiración siempre varía de escritor en escritor. En mi caso pienso en una historia mucho, antes de escribir la primera palabra. Cuando camino o llevo a mi hija al colegio; cuando escucho a alguien decir algo. Creo mucho en esas historias que te persiguen y se van cocinando. Esa es la idea que tiene algo de potencial para que lo trabajes más adelante. Escribo mucho a mano, ese primer borrador siempre es a mano. Esa primera voz la escucho siempre. Ya después el trabajo creativo es de mucho tiempo. De quita, pon. El final nunca lo tengo claro, hasta muy adelantada la historia. Nunca sé cómo voy a llegar al final”, puntualiza.