El presidente Joe Biden informó que tras una redada de las fuerzas especiales estadounidenses en el noroeste de Siria mató al principal dirigente del grupo Estado Islámico, ISIS, Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi.
Este fue el mayor operativo en la provincia de Idlib, controlada por los rebeldes, desde el asalto que ordenó Donald Trump en 2019. En esa ocasión se acabó con la vida del líder de ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi.
Idlib está controlada en su mayoría por combatientes respaldados por Turquía, pero también es un feudo de Al Qaeda y varios de sus altos cargos residen allí. Otros insurgentes, incluyendo miembros de la milicia rival Estado Islámico, también se han refugiado en la región.
La operación antiterrotista fue catalogada como exitosa por el secretario de Prensa del Pentágono, John Kirby. Agregó que todos los estadounidenses que participaron del operativo regresaron sanos y salvos.
Bajas del ISIS en Siria por ataque de Estados Unidos
Se dijo que el líder de ISIS detonó una bomba que lo mató a él y familiares. Los servicios de emergencias que acudieron al lugar reportaron 13 muertos, entre ellos seis niños y cuatro mujeres.
Los residentes contaron que varios helicópteros volaron sobre la zona y que los soldados estadounidenses se enfrentaron a hombres armados durante varias horas en torno a una vivienda de dos plantas rodeada de olivos.

Según sus relatos, hubo continuos disparos y explosiones que despertaron a la tranquila localidad de Atmeh, cerca de la frontera turca, una zona salpicada de campos para desplazados por la guerra civil siria.
La planta superior de la vivienda que tomaron como objetivo quedó prácticamente arrasada. Se podían ver manchas de sangre en las paredes y en el piso de la estructura que quedó en pie. Pero con un dormitorio destrozado y con una cuna de madera en el suelo. En una de las paredes dañadas colgaba aún un columpio infantil de plástico azul. La cocina quedó ennegrecida por el fuego.

Antes del ataque los residentes dicen que pidieron por altavoces que mujeres y niños debían retirarse del área.
La operación clandestina se produjo en un momento en el que Estado Islámico estaba reafirmándose, perpetrando algunos de sus mayores ataques desde su derrota en 2019. En las últimas semanas y meses, la milicia radical lanzó una serie de operaciones en la región, incluyendo un asalto de 10 días para tomar una prisión en el noreste de Siria, con al menos 3,000 detenidos del grupo, a finales de enero.