La familia es el regalo y sostén más importante en la vida de las personas. Son la base del afecto, la educación, la protección y seguridad desde que somos niños. Es por ello que mantener una familia feliz, unida y con una relación sana contribuye a la felicidad plena de un individuo.
Vivir en familia va más allá de estar emparentados por la sangre, ya que también existe un parentesco legal y afectivo con personas que comparten:
- valores,
- objetivos,
- creencias,
- tradiciones,
- comportamientos,
- experiencias
- y actividades.
¿Cómo mantener una familia feliz?
La felicidad puede ser un concepto abstracto, porque lo que hace feliz a una persona puede ser insignificante para otros. Sin embargo, en general una familia feliz se caracteriza por esa posibilidad de convivencia en paz y armonía, fuera de discusiones ni maltratos. Lograr ese estado necesita mantener tareas y hábitos que fortalecen los lazos familiares, que, en su mayoría, deben cultivarse desde la infancia y transmitirse de generación en generación.
1. Comunicación vs expresión
Es bien sabido que la comunicación es la base de toda relación, por supuesto que también de las familias. Mantener una comunicación fluida permite entenderse, resolver situaciones, opinar, aconsejar. También enseña a escuchar lo que alguien quiere decir y requiere de empatía, para no herir al otro con nuestros puntos de vista.
No menos importante es aprovechar los momentos para expresar emociones y sentimientos. Damos por sentado que la familia sabe que le tenemos afecto, pero decir un te quiero o te amo nos convierte en ese brazo que podemos extender en situaciones difíciles. También las emociones negativas deben decirse, si estamos molestos, tenemos miedo, sufrimos por algo o alguien. Acumular emociones es una especie de bomba de tiempo y no siempre termina bien.
Por otro lado, resolver problemas de comunicación también es tarea de la familia. Si alguien advierte esa falla es posible abrir canales para mejorar y no crear rencillas ni acumular ira.
2. Confianza
En la medida en que nos comunicamos y expresamos, también crece la confianza. Esto no es más que hacernos imprescindibles, empáticos y capaces de escuchar cuando un miembro de la familia se nos acerca a contarnos situaciones que le inquietan, hablar de experiencias y solicitar opiniones, compartir sus miedos o temores, expresar sus alegrías, entre muchos otros.
3. Respeto
No puede haber comunicación ni confianza sin respeto. El respeto es muy amplio, pero pasa por escoger las palabras precisas para no herir, no gritar, no golpear. Dañar no necesita de violencia física, también la violencia emocional puede causar graves resultados y crear una cadena de comportamientos negativos.
4. Aceptación
No existe familia perfecta pues se compone de humanos repletos de diferencias y defectos. No obstante, aceptarnos desde esas diferencias es lo que nos hace verdaderamente justos y humanos. Admitir los errores es igualmente importante para lograr la confianza de parte de los demás miembros de la familia,
5. Perdón
Algunas personas se enganchan en los errores de los otros y no dan tregua. Hijos que no perdonan a sus padres, hermanos que no perdonan a su otros hermanos son problemas comunes que crean conflictos permanentes y heridas dolorosas. Soltar esas situaciones sana las relaciones y mitiga la ruptura familiar.
6. Normas y límites
Las normas y los límites indican las bases del comportamiento de cada miembro familiar. Agregan valor a la convivencia, equilibrio y respeto. No son órdenes autoritarias sino que deben provenir de un consenso que permita la participación, negociación y compartir opiniones.
7. Obligaciones compartidas
El hogar tiene pilares, pero todos necesitan participar de las tareas habituales: limpiar, lavar los platos, sacar la basura, ordenar. Esa falta de equilibrio descompensa la familia sobrecargando a quien lleve el mando esas actividades. Al final, solo tendremos padres frustrados, cansados y con múltiples reclamos. Por el contrario, cuando se reparten las tareas se crea el concepto de responsabilidad y se dispone de tiempo para compartir juntos.
8. Valorar y reconocer los esfuerzos
Cuando se valora y aprecia el esfuerzo de cada miembro de la familia, se fomenta el respeto. Por otro lado, el valorar conlleva a agradecer, haciendo un reconocimiento de lo que cada persona nos brinda.
9. Pasar tiempo juntos
La familia debe ser capaz de sobrepasar los límites físicos y encontrar espacios para compartir tiempo juntos, desde las tareas básicas como comer, hasta coordinar un encuentro de cumpleaños. Las actividades juntos ayudan a fortalecer los hábitos anteriores, ya que dan espacio para hablar, resolver problemas, divertirse, crear o simplemente acompañarse unos a otros.
El tiempo que se comparte tiene que ser de calidad. En ese sentido, se invita a enfocarse en el compartir y alejarse de los elementos de distracción como la tecnología.
Para cultivar amor entre padre e hijos lo mejor es pasar tiempo juntos
Todos estos hábitos se entrelazan y complementan y no pueden ser realizados como si fuesen imposiciones. Cuando hay amor y afecto verdadero no constituyen sacrificios ni obligaciones, sino alimento para el alma, ya que el hogar es el más grande refugio que tenemos.