En una casa moderna entre las montañas de la frontera con el Líbano, el aroma de pitas con zaatar (pan plano con hierbas) y queso se mezcla con la voz emotiva de Neveen Elías. Mientras prepara el almuerzo, también revisa mensajes de sus compañeros en las reservas de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). Soldado, portavoz comunitaria y cristiana maronita, Elías encarna la vida compleja de los arameos en Israel, una minoría casi olvidada que aún habla arameo, la lengua que hablaba Jesús de Nazaret.
“Queremos construir el primer pueblo arameo aquí en Galilea”, dice. “No necesitamos dinero. Necesitamos que (en Estados Unidos) hablen con el gobierno, que les pida que nos apoyen, que nos ayuden a construir el primer pueblo cristiano arameo en Galilea”.
El arameo fue, durante siglos, la lengua dominante en el Medio Oriente y el idioma en que habló Jesús. Su declive comenzó en el siglo VIII con la expansión árabe, que impuso el árabe como lengua principal. Hoy, se estima que apenas medio millón de personas hablan el arameo en todo el mundo, frente a más de 400 millones que usan el árabe.
En Israel, los arameos forman parte de la Iglesia maronita, fundada en el siglo IV por San Marón en Siria. Solo unos 10,000 maronitas viven en el país, repartidos entre Galilea, Jerusalén y Belén. Para ellos, preservar el idioma es preservar su fe.
Inculcando el lenguaje arameo y la cultura
Israel, un país más pequeño que estados como Carolina del Norte o Nueva York, concentra una diversidad religiosa única: unos siete millones de judíos, cerca de dos millones de árabe-musulmanes y pequeñas comunidades cristianas como la aramea. Para los maronitas, la supervivencia cultural depende de transmitir la lengua y las tradiciones a las nuevas generaciones, ya que la mayoría de quienes aún hablan arameo son ancianos.
Elías encontró en la Israeli Christian Aramaic Association (ICAA), de la que es miembro desde hace nueve años, un espacio para esa misión. Desde allí organiza campamentos y talleres para promover el arameo.
“Durante el campamento enseñamos a los niños nuestra cultura, nuestro lenguaje, nuestra identidad y nuestra historia porque no son cosas que se estudian en la escuela”, asegura.
Además, la ICAA mantiene lazos con comunidades arameas en otros países para sostener una frente común en defensa de su identidad.

Buscando la coexistencia
Elías insiste en que la integración es posible. Cada año, participa en un programa donde 45 jóvenes —mitad judíos y mitad cristianos— conviven durante siete meses en el kibutz Beth Zera, a orillas del mar de Galilea. Allí comparten oraciones, festividades y experiencias antes de incorporarse al servicio militar. “Celebramos Rosh Hashaná (el año nuevo judío) y Sucot (Fiesta de los Tabernáculos) con los judíos, y también Navidad y Janucá juntos. Así es como aprendemos a entendernos”, cuenta.
Añade que la convivencia no es solo ideal, sino una necesidad.
“Vivimos con musulmanes, beduinos… judíos… Tratamos de entender cómo vivir en paz juntos y tener un lugar para todos, solo necesitamos que todos se entiendan y se cuiden”, dijo Elías.
La sombra del pasado
La relación entre los arameos y el Estado de Israel, sin embargo, es compleja. Elías, reservista del IDF y madre de un hijo también en el ejército, describe el apoyo de su comunidad hacia los soldados. “Yo veo que las personas aquí y nuestra comunidad ayudan mucho al IDF. Por ejemplo, ellos (la comunidad) no pelean con el IDF cuando usan nuestro pueblo para quedarse o luchar contra Hezbollah… La gente en nuestra comunidad cuida a los soldados, ellos los apoyan.”
También reconoce que hay escepticismo en la comunidad, el cual ella atribuye a la operación Hiram, ocurrida en noviembre de 1948, cuando los arameos de su aldea fueron evacuados por el ejército israelí. Esta operación por parte de la IDF buscaba eliminar la resistencia árabe dentro de Galilea.
“Se fueron, pero hicieron una promesa, la promesa judía, la promesa del gobierno y la promesa de nuestro patriarca, que se nos permitiría regresar cuando la situación se calmara, pero nunca pasó.” Aseguró Elías que su comunidad aún no ha olvidado las acciones del IDF.
Ella dijo que en 1953 la Corte Suprema dejó que sus antepasados regresaran, pero se encontraron con sus casas completamente destruidas.
Esa herida histórica alimenta la desconfianza, aunque Elías insiste en que la integración es posible: “Es posible estar involucrados e integrarnos en nuestro país”. Israel fue el primer país en Medio Oriente que reconoció la identidad de los arameos.
A pesar de las tensiones, Elías sostiene que Israel ofrece más seguridad a los cristianos que los países vecinos.
“Escuchamos de nuestras familias en Líbano, cómo ellos viven. Escuchamos en Jordania y Siria… los cristianos sufren mucho".
En contraste, cita a Arabia Saudita, donde las leyes prohíben la práctica pública del cristianismo, como ejemplo de la persecución en la región.
Mientras organiza su vida entre la familia, el IDF y su labor comunitaria, Elías vuelve siempre a la misma brújula: su fe.
“Yo quiero que [los estadounidenses] sepan que los arameos, el lenguaje arameo y la lengua de Jesús … siguen vivos.”