Dalton Espaillat emigró de República Dominicana a Carolina del Norte a los 15 años, impulsado por el deseo de sus padres de que aprendiera inglés y luego podría regresar. Pero a esa edad su destino estaba lejos de ser claro y aprovechó cada oportunidad, convirtiendo fracasos en éxito. En el 2010 fundó un restaurante que marcó el inicio de su imperio gastronómico. Hoy, opera 19 establecimientos y emplea a 365 personas.
Desde niño mostró su pasión por los negocios
En su natal Santiago, Dalton recuerda que la realidad económica de su familia no fue fácil y estuvo cargada por trabajo y esfuerzo.
“Mi mamá siempre ha sido bien trabajadora y ella sin poder nos pagaba los mejores colegios de República Dominicana vendiendo tupperware (tazas de comida), platos y otras cosas. Gracias a eso nosotros íbamos a escuelas prestigiosas donde había niños ricos. Algo que yo veía era que mis compañeros andaban con tenis nuevos que yo quería. Sabía que para tenerlos tenía que trabajar”, comentó.
Para comenzar a costear de comodidades, contó que a sus 8 años comenzó su primer negocio: Vender esquimalitos (popice o hielitos) a sus amigos y en la salida de supermercados.
“Las ventas crecieron y encontré a un fabricante en la ciudad. Así que mi mamá me llevó y fui a comprar muchos. Algunos se me dañaron, así que allí aprendí sobre inventario, surtido y demanda, ganancias y pérdidas. Después me di cuenta de que mi hermano me los estaba robando y se comía la mitad de mi negocio”, relató.
Al cumplir 11 años le pidió a su madre firmar un permiso para poder trabajar como empacador en un supermercado. Esa fue su primera escuela en el mundo laboral. A pesar de estar disfrutando de cierta estabilidad, desconocía las dificultades económicas de su hogar. Cuando la empresa en la que trabajaba su padre en República Dominicana cerró, la familia se vio obligada a replantearse la idea de emigrar. Primero llegó su padre, y al año siguiente, su madre, su hermana y él lo siguieron. Cuenta que al principio se opuso a esta idea.
“Yo no quería emigrar para acá. Ya yo tenía mi vida adolescente hecha y no entendía por qué no estábamos mudando, pensaba que no había necesidad, pero si la había, lo que pasa es que yo no la sabía”, dijo a La Noticia.
“Me empecé a sentir como una minoría, en una minoría”
Dalton tenía 15 años cuando llegó a Statesville, Carolina del Norte. El cambio fue abrupto, la diferencia cultural fue un desafío, al igual que el inglés. La idea que le propuso su madre era clara: que él y su hermana aprendieran inglés y luego podrían regresar a República Dominicana, pero la realidad fue diferente a lo esperado.
“Me empecé a sentir como una minoría, en una minoría. Me di cuenta de que para todos los gringos éramos mexicanos. Esto me chocó. Un ejemplo es que cuando comencé la escuela secundaria no hablaba inglés y un gringo me preguntaba que si yo vivía con 15 personas, que si mi apartamento estaba lleno de cucarachas. Yo me decía ¿De qué está hablando este? De pronto un amigo colombiano, me explicó sobre el racismo y que a todos nos creían mexicanos y que vivíamos en áreas pobres. Me dijo que eso era normal y que no había que tomárselo personal, pero a veces me preguntaban ¿En qué parte de México queda República Dominicana?”, indicó.
Agregó: “Yo juraba que hablaba inglés porque yo veía televisión con subtítulos y entendía. Cuando llegué aquí fue que me di cuenta de que no lo hablaba y mi mamá me puso en un curso intensivo. Además, mi amigo, que ya tenía un año en el país, me ayudó. Él tampoco hablaba inglés, pero allí nos acompañábamos”.
Durante sus clases en la secundaria, Dalton comenzó a escuchar sobre oportunidades universitarias. Esto le hizo reflexionar sobre su decisión de regresar a República Dominicana después de aprender inglés y optó por estudiar dos años en Mitchell Community College y luego Ingeniería Civil en la UNC Charlotte. Cuando intentó ingresar, se dio cuenta del difícil obstáculo financiero.
“Por no estar poniendo atención y no ser un buen estudiante, no me fue bien en el SAT. Así que tuve que pagar para seguir estudiando. Trabajé en Wendy’s, Sonic, repartía periódicos… Mi meta era ser ingeniero civil y tener mi propia compañía de construcción, así que incluso antes de graduarme saqué mi licencia como contratista general”, contó.
¿Cómo inició su imperio gastronómico?
En el 2007, tras graduarse, comenzó a incursionar en la construcción, tanto en República Dominicana como en Carolina del Norte. Pero se dio cuenta de que para poder convertirse en dueño de su propio negocio de construcción, debía tener una capital. Así que recurrió a la gastronomía, en especial a los sabores latinos.
“Compré en sociedad con un tío de mi esposa y un empleado de él, un restaurante. Compramos “La Casa de las enchiladas”, que ahora es “Tres amigos” en la Central Avenue. No me fue bien al principio, pero aprendí lo que tenía que hacer y seguía trabajando como ingeniero para mantener el negocio”, recordó.
Los inicios fueron difíciles, con deudas y frustraciones. “Estábamos perdiendo tanto dinero que ya no sabíamos qué hacer y ya no podíamos con más deudas. Yo tenía un hijo de dos años y no tenía la oportunidad para fallar”.
No se rindió. Aprendió de sus errores y logró adaptarse, cambiando su enfoque y su menú. Con el tiempo, logró abrir más establecimientos, algunos de ellos cerrados por distintas razones, pero cada uno dejó lecciones valiosas. Cuando tuvo cuatro establecimientos se dedicó exclusivamente al gremio gastronómico.
“Trabajaba los fines de semana, en las noches. Empecé a trabajar a partir de las cuatro de la mañana, vendiendo chimis dominicanos, que son unas hamburguesas. Y empecé como a coger popularidad. Cada vez que me ofrecían un negocio yo lo agarraba”, dijo.
Ganador de Excelente: “Triunfan los que no se rinden”
Añadió que gran parte de su éxito se debe a que se adaptó a diferentes desafíos: “Me empecé a dar cuenta de que la mayoría de la gente latina comía en la calle y buscaba eso ‘comida callejera’, entonces revisé mis ventas y empecé a transformar mis menús. Y me adapté a la pandemia y luego a la época después, cuando la gente buscaba experiencias. En total he cerrado como 10 o 15 restaurantes, pero la diferencia entre los que triunfan y los que no, es no rendirse”.
Actualmente, Dalton es fundador de Raydal Hospitality que opera 19 restaurantes a través de cuatro conceptos: Three Amigos Mexican Kitchen & Cantina, Sabor Latin Street Grill, La Caseta y MaBi Tropical. También es dueño de Carolina Cooks, una compañía que vende equipos para restaurantes. En total genera empleo para 265 personas.
Dalton es ganador de los Premios Excelente 2025 en la categoría Hombre de Negocios del Año. Este premio será entregado en una elegante gala a celebrarse el sábado 27 de septiembre a partir de las 6:00 p.m. en el hotel Sonesta Charlotte, ubicado en 5700 Westpark Drive, Charlotte, NC 28217.
Para comprar sus boletos al evento de los Premios Excelente, visite la página de Internet: ExcelenteAwards.com.