Vive en oración la devoción a la “Divina Misericordia”, también llamada a “Jesús Misericordioso” el primer domingo después de la Pascua de Resurrección.
Dios le reveló a Santa Faustina que las 3:00 pm sería la “Hora de la gran Misericordia para el mundo entero”. Esto, en honor a que fue la hora en que “la Misericordia triunfó sobre la justicia”; la hora en la que ocurrió la Crucifixión de Jesús. Por ello, la Fiesta de la Divina Misericordia invita a revivir Su dolorosa Pasión.
A las tres, ruega por Mi Misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi Abandono en el momento de Mi Agonía. Ésta es la Hora de la gran Misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en Mi tristeza mortal. En esta Hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión” (…) (Diario, 1320)
Novena a la Divina Misericordia
Oraciones a Jesús de la Divina Misericordia
Oh Dios, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límites. Míranos con Tu favor y aumenta Tu Misericordia dentro de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino que siempre, con gran confianza, nos conformemos con Tu Santa Voluntad, la cual es idéntica con Tu Misericordia.
Por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia quien con vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre.
Amén.
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Señor Dios, rey Omnipotente: en tus manos están puestas todas las cosas. Si quieres salvar a tu pueblo nadie puede resistir a tu voluntad. Tú hiciste el cielo y la tierra y todo cuanto en ello se contiene. Tú eres el dueño de todas las cosas. ¿Quién podrá resistir a tu Majestad? Señor Dios de nuestros padres: Ten misericordia de tu pueblo porque los enemigos del alma quieren perdernos y las dificultades que se nos presentan son muy grandes, tu has dicho: “pedid y se os dará. El que pide recibe. Todo lo que pidáis al padre en mi nombre os lo concederá. Pero pedir con fe”.
(Aquí se pide el favor deseado)…
Escucha pues nuestras oraciones. Perdona nuestras culpas. Aleja de nosotros los castigos que merecemos y haz que nuestro llanto se convierta en alegría, para que viviendo alabemos tu Santo Nombre y continuemos alabándolo eternamente en el cielo.
Amén.
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Expiraste Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y el océano de misericordia se abrió para el mundo entero; Oh! fuente de vida, insondable misericordia infinita inunda a el mundo entero derramando sobre nosotros hasta tu última gota de sangre.(Diario 1319)
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Oh Dios Eterno, en quien la Misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu Misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu Santa Voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos. (Diario, 950).
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Jesús, Verdad Eterna, Vida nuestra, Te suplico e imploro Tu Misericordia para los pecadores. Oh Sacratísimo Corazón, Fuente de Misericordia de donde brotan rayos de gracias inconcebibles sobre toda la raza humana. Te pido luz para los pecadores. Oh Jesús, recuerda Tu Amarga Pasión y no permitas que se pierdan almas redimidas con tan Preciosa, Santísima Sangre Tuya.
Oh Jesús, cuando considero el alto precio de Tu Sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota es suficiente para salvar a todos los pecadores. Aunque el pecado es un abismo de maldad e ingratitud, el precio pagado por nosotros jamás podrá ser igualado (…) El Cielo y la tierra podrán cambiar, pero jamás se agotará Tu Misericordia. ¡Oh, que alegría arde en mi corazón, cuando contemplo Tu Bondad inconcebible, oh Jesús mío! Deseo traer a todos los pecadores a Tus pies para que glorifiquen Tu Misericordia por los siglos de los siglos. (Diario, 72)
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Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
A que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Oh Señor ayúdame a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Te pido me ayudes a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerrare en Tu Misericordioso Corazón. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio.
Pido que Tu Misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí. Tú Mismo me mandas ejercitar los tres grados de la misericordia. El primero: la obra de misericordia, de cualquier tipo que sea. El segundo: la palabra de misericordia; si no puedo llevar a cabo una obra de misericordia, ayudaré con mis palabras. El tercero: la oración. Si no puedo mostrar misericordia por medio de obras o palabras, siempre puedo mostrarla por medio de la oración. Mi oración llega hasta donde físicamente no puedo llegar. Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo. (Diario, 163)
Jesús, en Ti Confío.