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“Vamos a tener vehículos autónomos operacionales para el Ejército antes de que tengamos autos sin conductor en las calles”, dijo Michael Griffin, subsecretario de defensa para investigación e ingeniería, a los legisladores en una audiencia en Washington DC este mes.

Según Griffin, el 52 % de las víctimas en las zonas de combate se puede atribuir al personal militar que actúa en la logística para entregas de alimentos, combustible y otros. Sacar a las personas de esa ecuación con sistemas que funcionan con inteligencia artificial podría reducir significativamente las lesiones y las muertes.

Apoyo militar

El Pentágono tiene una larga historia de apoyo que ayudó a desarrollar o perfeccionar tecnologías clave que se generalizarán más tarde, incluidos los vuelos espaciales e Internet.

Griffin dijo que el Pentágono “tiene que aprovechar absolutamente” lo que las compañías privadas están haciendo para desarrollar autos sin conductor.

La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, que supervisa Griffin, ha estado financiando la investigación de autos sin conductor durante años y patrocinó su primera competencia para los vehículos en 2004.

Con un presupuesto anual de casi $700,000 millones, el Pentágono puede permitirse el lujo de perseguir agresivamente la tecnología de vehículos autónomos mucho más allá de los camiones de entrega de combustible y alimentos.

El Ejército, por ejemplo, está impulsando los esfuerzos para desarrollar tanques no tripulados y vehículos más inteligentes para el desarme de las bombas, aunque muchas de esas tecnologías serán controladas a distancia.

En el mar, la Marina busca ayuda para desarrollar tecnología para la próxima generación de vehículos subacuáticos no tripulados grandes y extra grandes que incorporen inteligencia artificial para que puedan manejar los peligros de navegación tales como el tráfico de barcos comerciales, las actividades pesqueras y la prospección de petróleo.

Conflicto ético

El esfuerzo por llevar vehículos autónomos en combate se produce en medio de un impulso más amplio por parte del Pentágono de utilizar la innovación tecnológica para “aumentar la letalidad”, en palabras del Secretario de Defensa Jim Mattis.

Pero las implicaciones del uso de la tecnología de esta manera han alarmado los empleados con conciencia social en algunas de las compañías más grandes de Silicon Valley.

Miles de empleados en Google recientemente exigieron el fin de las negociaciones para que los militares utilicen la tecnología de inteligencia artificial de la compañía.

Entre las preocupaciones de los críticos se encuentra el desarrollo potencial de armas autónomas que podrían tomar sus propias decisiones en casos de vida o muerte.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com